Al comenzar el verano, el momento en el que aumentan dramáticamente las picaduras de insectos, médicos alergistas en todo el país están advirtiendo sobre la escasez de un producto poco conocido pero crucial: extracto de abejas y avispas usado en vacunas que previenen reacciones que amenazan la vida.
Los suministros de estos extractos -que están hechos de veneno recolectado a mano de millones de insectos de manera individual- vienen escaseando desde octubre. La escasez comenzó cuando uno de los dos fabricantes en los Estados Unidos detuvo la producción después de problemas de contaminación. Los médicos dicen que esperan que la situación se resuelva, pero no es probable que ocurra antes del próximo año. Por ahora, están racionando las dosis para los pacientes que más las necesitan.
“Va a ser un verano duro”, dijo el doctor David Golden, experto en alergias y profesor asociado de medicina en la Universidad Johns Hopkins.
Golden estima que ha visto una caída de 25% a 35% en el suministro de extractos de veneno destinados a prevenir decenas, quizás cientos, de muertes en los Estados Unidos cada año. Entre el 1% y el 3% de la población adulta del país –alrededor de 7,4 millones de personas- pueden tener reacciones sistémicas a las picaduras de insectos, y una proporción más pequeña tiene respuestas que pueden ser mortales, dicen expertos.
La mayoría de las personas vulnerables llevan siempre con ellos epinefrina portátil -generalmente EpiPens- para contrarrestar rápidamente los síntomas. Sin embargo, un número menor utiliza lo que se conoce como inmunoterapia de veneno, o VIT, para reducir drásticamente el riesgo de reacciones. Para el tratamiento, autorizado desde hace casi 40 años, se inyectan pequeñas dosis de veneno bajo la piel para reducir la sensibilidad a los alérgenos que pueden desencadenar síntomas peligrosos.
“Es una de las pocas cosas que los alergistas hacen que en realidad salva vidas”, dijo el doctor Stephen Tilles, alergista de Seattle quien es presidente del Colegio Americano de Alergia, Asma e Inmunología (ACAAI). “Tiene un 98% de efectividad”.
La escasez comenzó el otoño pasado, cuando los ALK Laboratories of Denmark cerraron la producción de seis tipos de proteínas venenosas de: abejas melíferas, avispas, avispones de cabeza blanca, avispones amarillos, avispones de saco amarillo y “avispas mixtas”.
Este cierre ocurrió luego que en 2016 la Administración de Drogas y Alimentos (FDA) enviara una carta al laboratorio citando problemas con la contaminación microbiológica. Los funcionarios de ALK no respondieron a las solicitudes de comentarios.
Eso dejó sólo a una compañía produciendo extractos de veneno: Jubilant HollisterStier, con sede en Spokane, Washington. HollisterStier aumentó la producción, dijo Golden, pero la firma no pudo suministrar suficiente extracto de veneno, lo suficientemente rápido, como para evitar una escasez. Los funcionarios de la empresa se negaron a hacer comentarios.
“La mayoría de los alergistas están teniendo que limitar seriamente lo que usan”, dijo Golden. “Estamos tratando de estirar el veneno que tenemos”.
Esta primavera, Golden y sus colegas publicaron las pautas recomendadas para racionar el veneno durante la escasez. Pidieron el espaciamiento de las dosis a intervalos más largos, eliminando las dosis de mantenimiento, minimizando los residuos de veneno, y deteniendo el tratamiento para los pacientes con menor riesgo de reacciones graves.
Hasta ahora, el plan parece estar funcionado, dijo la doctora Sandra Hong, alergista de la Cleveland Clinic. La mayoría de los pacientes están bien con vacunas a intervalos más largos; en lugar de cada cuatro semanas, las reciben cada tres meses. Y después de tres a cinco años de tratamiento, muchos pueden dejar de utilizar el veneno sin efectos nocivos.
“Con todas las cosas que los alergistas han hecho, ha disminuido la escasez”, dijo Hong.
Ha habido algunos informes de alergistas que no pudieron obtener suministros de veneno, y de pacientes que no pudieron obtener el producto, que cuesta alrededor de $70 para dosis de inducción y alrededor de $20 por cada dosis de mantenimiento. Hasta ahora, no hay casos conocidos de eventos adversos en pacientes que no pudieron recibir vacunas. Tampoco hay señales de que los precios de los medicamentos se hayan disparado como ha ocurrido con otros productos escasos.
Sin embargo, los alergistas trabajaron para asegurar que los pacientes que están en más alto riesgo no sufrieran. Eso incluye a gente como Ciro DeMarco, de 58 años, un maquinista retirado de Moxee, Washington.
DeMarco casi murió en 1983 después que lo picara una abeja mientras andaba en moto cerca de un río en una zona rural del este de Washington.
“Empecé a sentirme muy extraño”, recordó. “Paré la moto y me senté. De repente, no tenía vista y estaba casi inconsciente”.
DeMarco vivió con miedo de sufrir otra picadura hasta hace unos 10 años, cuando se enteró de VIT. Ahora recibe inyecciones de veneno cada tres meses y toma medicamentos para la alergia sin receta antes de montarse en su Harley-Davidson. Se siente aliviado de que la escasez no haya afectado su suministro.
“Me preocupo cada primavera”, dijo. Pero no voy a dejar de andar en moto.
Los laboratorios de ALK pueden reanudar la producción pronto y la escasez podría aliviarse en los próximos meses. Una vez que la cuestión de la oferta se resuelva, dijo Golden, quien espera abordar un problema más amplio: la falta de conciencia sobre VIT entre las personas que han tenido una mala reacción a una picadura de insecto.
“No más del 10% de las personas afectadas han buscado atención médica”, dijo. “El problema No. 1 es que muchas personas, incluyendo a los médicos, no saben que existe la inmunoterapia de veneno”.