A la doctora Olga Meave no le importó el calor seco de 105 grados que quemó esta ciudad del Valle Central en una tarde reciente.
Los sofocantes días de verano le recuerdan a su hogar en Sonora, México. Y la gente del Valle también, especialmente los inmigrantes latinos de primera generación, presentes en esta área en gran número, trabajando en los campos o apilando frutas y verduras en grandes plataformas.
El sentido de familiaridad de Meave con la región y sus residentes la atrajo a un ambicioso programa en Bakersfield, cuyo objetivo es formar y retener a médicos en áreas médicamente desatendidas.
Ahora, Meave está en su tercer y último año del Programa de Residencia de Medicina Familiar Rio Bravo, operado por Clínica Sierra Vista, una cadena de más de 30 clínicas, la mayoría de ellas en el Valle Central. Meave, de 33 años, se graduó de una escuela de medicina en México y ha seguido una educación y capacitación adicionales en los Estados Unidos.
Planea ejercer en Bakersfield después de completar su residencia el próximo año.
“La meta es que los [médicos en entrenamiento] vengan por tres años y se queden por 20″, dijo Carol Stewart, directora del programa.
Rio Bravo es uno de los ocho centros de enseñanza de salud en California, y 57 en todo el país, que fueron creados por la Ley de Cuidado de Salud Asequible (ACA) en 2010 para servir a áreas con grandes necesidades médicas no cubiertas.
Este año académico, hay 732 residentes estudiando en estos programas en 24 estados.
A diferencia de ACA, estos centros de enseñanza disfrutan de apoyo bipartidista entre los legisladores federales, quienes creen que ayudarán a aliviar la creciente escasez de médicos de atención primaria que sufre la nación. Su financiamiento está programado para expirar este mes, y legisladores demócratas y republicanos en Washington, D.C. han presentado dos proyectos de ley que aumentarían significativamente la financiación por encima de los niveles actuales.
La residencia es una etapa de la formación médica de postgrado, que se requiere después de la escuela de medicina y antes de que los médicos puedan establecer sus propias prácticas. La mayoría de las residencias de medicina familiar duran tres años.
Los programas tradicionales de residencia se basan generalmente en grandes hospitales urbanos en áreas donde normalmente hay un número suficiente de médicos.
El primero de estos centros de enseñanza de salud comenzó a capacitar a los residentes en 2011. Operan principalmente dentro de las clínicas en las comunidades rurales y otras áreas donde los médicos de atención primaria son escasos.
La proporción ideal entre los médicos de atención primaria y los pacientes es de 1 por cada 2.000, dijo Stewart. La proporción en el este de Bakersfield “es más como 1 por cada 6.000, por lo que tenemos mucho por hacer para ponernos al día”.
Aunque los centros de enseñanza de salud siguen siendo relativamente nuevos, los expertos dicen que ya tienen éxito: sus residentes en general se quedan en las regiones donde se capacitaron, o echan raíces en otras comunidades con una gran demanda de atención de salud.
En junio, el programa de Rio Bravo graduó a su primera clase de seis médicos. Dos se unieron al personal de una de las clínicas Sierra Vista en el este de Bakersfield. Los otros cuatro están practicando en clínicas que sirven a comunidades de bajos recursos en los condados de Sacramento, Riverside y Los Ángeles.
Stewart estima que los seis nuevos graduados juntos vieron a cerca de 10.000 pacientes durante sus tres años de entrenamiento.
“Esa es una contribución significativa”, dijo.
Aunque no todos los centros de enseñanza de salud tienen afiliaciones con las escuelas de medicina, el programa de Río Bravo tiene una asociación académica con la escuela de medicina de UCLA, que ayuda a desarrollar su plan de estudios, explicó Stewart. También coordina con un hospital local, Kern Medical, donde los residentes completan rotaciones en diferentes especialidades relacionadas con la medicina familiar.
Una encuesta realizada en 2015 por la Asociación Americana de Centros de Enseñanza de Salud encontró que el 82% de sus graduados ejerce en el campo de la atención primaria y el 55% permanece en comunidades desatendidas. Por el contrario, alrededor de la cuarta parte de los graduados de programas de residencia tradicionales permanecen en atención primaria y trabajan en áreas desatendidas, según la misma encuesta.
Muchos graduados de estos centros de enseñanza tienen un incentivo para permanecer en estas áreas, ya que pueden calificar para otros programas que ofrecen beneficios, como la ayuda con el pago de los préstamos estudiantiles.
Los centros tienen en cuenta a sus poblaciones de pacientes al seleccionar a los solicitantes. Por ejemplo, Río Bravo tiene como objetivo formar médicos culturalmente sensibles, dada la gran población inmigrante, dijo Stewart.
Busca a los solicitantes con vínculos con el Valle o que vienen de culturas -y hablan idiomas- que son familiares para los pacientes que atenderán.
Meave no tiene una conexión personal con el Valle, pero trabajó con pacientes de bajos ingresos en México. Se ha dado cuenta a que la población en el Valle, y sus necesidades, no son muy diferentes de las de su país de origen.
En Clínica Sierra Vista, ve a pacientes que no han visitado a un médico en décadas. “Nunca han tenido un examen físico, de la vista… sólo lidian con sus molestias y dolores”, dijo.
“Creo que se sienten felices de que puedo entenderlos y entusiasmados de que los esté atendiendo alguien de su mismo entorno”.
Los centros de enseñanza de salud son financiados por subvenciones federales administradas por la Administración de Recursos y Servicios de Salud, parte del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS). El Congreso determina la cantidad y duración de la financiación, la asignación actual se acaba al final de septiembre.
En julio, la representante nacional Cathy McMorris Rodgers (republicana de Washington), presentó una legislación que financiaría el programa por un período adicional de tres años, a razón de $157.000 anuales por estudiante, un total de $116,5 millones anuales. Un proyecto de ley idéntico ha sido presentado en el Senado.
La cantidad propuesta representa un aumento del 65% de la financiación actual que es de $95.000 al año por residente.
“Nuestro proyecto de ley asegurará que nuestras comunidades más desfavorecidas, como el Valle Central de California, tengan acceso a los servicios de atención primaria que merecen”, el congresista republicano David Valadao, que representa el Distrito 21 de California y es coautor del proyecto de ley de la Cámara, dijo en una declaración.
Pero si el Congreso no aprueba la financiación pronto, “entonces todos estos centros de enseñanza están en peligro”, dijo Stephen Schilling, CEO de Clínica Sierra Vista.
En caso de que eso suceda, los centros de enseñanza de California podrían sacar dinero de un fondo administrado por la Oficina Estatal de Planificación y Desarrollo de Salud para pagar el resto de la capacitación de los residentes actuales.
Los programas en otros estados pueden no tener la misma red de seguridad.
“Si [la financiación federal] desaparece, nuestro programa de residencia tendría que cerrar”, dijo el doctor Darrick Nelson, director del centro de enseñanza de salud de Hidalgo Medical Services en Lordsburg, Nuevo México.
Lordsburg, con una población aproximada de 2.500, es una “pequeña ciudad a la vera del ferrocarril”, dijo Nelson, y al igual que muchas ciudades rurales necesita desesperadamente médicos versátiles de atención primaria.
“Lo que obtienes son tres médicos por el precio de uno”, dijo. “Usted consigue a alguien que puede hacer pediatría, alguien que puede hacer atención obstétrica y alguien que puede hacer medicina interna”.
En el Valle Central de California, no hay una escuela de medicina, y los nuevos médicos a menudo evitan el área en favor de los centros urbanos más ricos, donde pueden ganar más dinero.
A principios de este año, los legisladores asignaron $465 millones del nuevo impuesto estatal al tabaco para impulsar los pagos de ciertos proveedores de Medi-Cal, lo que podría ayudar a que áreas pobres como el Valle Central sean más atractivas para los médicos.
En la Clinica Sierra Vista en el este de Bakersfield, donde está la residencia de Meave, el 75% de los pacientes están cubiertos por Medi-Cal, la versión estatal del programa federal Medicaid para residentes de bajos ingresos, y el 15% no tiene seguro. El asma, la diabetes y otras enfermedades crónicas son problemas de salud importantes.
Una de las pacientes de Meave es Veronica Ayon, una ex trabajadora agrícola, nativa de Sonora, como ella.
Ayon, de 48 años, se trató por un cáncer cervical en 2010 y el año pasado se sometió a una cirugía para extirpar un tumor maligno en el cerebro. Ella se siente cómoda con Meave debido a sus antecedentes y lenguaje similares, dijo.
“Ella es muy especial para mí”, dijo Ayon, hablando en español dentro de su casa en la ciudad de Shafter, a unos 20 kilómetros al norte de Bakersfield. “Ella explica las cosas a un nivel que puedo entender”.