CLARKSBURG, California. – En una soleada mañana de agosto, en este pueblo agrícola, antes que las temperaturas se dispararan hasta los 103 grados Fahrenheit, el secretario de Salud y Servicios Humanos (HHS) de Estados Unidos, Xavier Becerra, se paró frente a la pequeña biblioteca pública.
Becerra venía a hablar de los esfuerzos de la administración Biden para proteger a los trabajadores agrícolas del calor extremo y del humo de los incendios forestales, dos problemas de salud pública emergentes en primera línea de la crisis climática.
“Todavía no existen suficientes protecciones para los trabajadores que cosechan los alimentos que comemos”, dijo Becerra a un grupo de periodistas locales y funcionarios del gobierno, que superaban en número a los trabajadores agrícolas presentes en la audiencia.
Becerra, cuyo padre trabajó en el campo, venía de visitar a unas mujeres que recogen uvas y se protegen del sol vistiéndose con jerséis, pantalones largos y pañuelos que les cubren la nariz y la boca.
Los veranos son largos e intensos en Clarksburg, un pueblo de unos 300 habitantes a orillas del río Sacramento, que abastece a la industria vitivinícola de California con uvas petite sirah, sauvignon blanc y otras, cosechadas por cientos de trabajadores.
“Va a ser un día caluroso”, añadió Becerra. “Pero siguen vestidos como si fuera invierno”.
El máximo responsable de salud del país, que está barajando la posibilidad de postularse para gobernador, se ha convertido en una de las voces principales de la administración Biden sobre el cambio climático.
Becerra centra su atención en los trabajadores de bajos ingresos y en otros sectores vulnerables, que son los que sufren con mayor intensidad los efectos de las condiciones meteorológicas extremas.
En marzo, el HHS publicó directrices de seguridad voluntarias y materiales educativos que los establecimientos agrícolas pueden usar para proteger a sus trabajadores del humo y del calor.
La presencia de Becerra ante los periodistas frente a la biblioteca fue breve y se programó con motivo del Día de Apreciación de los Trabajadores Agrícolas, no lejos de su casa de Sacramento, donde su esposa, médica especializada en embarazos de alto riesgo, sigue trabajando.
El funcionario anunció que han publicado materiales educativos sobre los riesgos de las enfermedades relacionadas con el calor excesivo, que señalan cuándo las temperaturas pueden ser demasiado altas para trabajar. Pero admitió que el HHS tiene límites para poder intervenir porque los controles en los lugares de trabajo están bajo la supervisión del Departamento de Trabajo.
“En general, la jurisdicción de nuestra secretaría no abarca directamente a los trabajadores del campo”, reconoció Becerra tras reunirse con los recolectores de uva. “Sin embargo, les debemos a todas las personas que trabajan para poner los alimentos sobre nuestra mesa el mayor esfuerzo posible para que realicen sus tareas en las condiciones más seguras”, agregó.
Los asistentes de Becerra distribuyeron un comunicado de prensa en el que se enumeraba una serie de recursos disponibles, como inspecciones gratuitas sobre salud en el lugar de trabajo, por parte del Instituto Nacional de Seguridad y Salud Ocupacional de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC). También la capacitación sobre los peligros del calor y el humo que imparte el Programa de Capacitación para Trabajadores del Instituto Nacional de Ciencias de la Salud Medioambiental.
También que la Administración de Recursos y Servicios de Salud tiene previsto otorgar premios por valor de $50 millones a 77 proveedores de salud en áreas de alta necesidad.
El cambio climático está aumentando la frecuencia e intensidad del calor extremo, que ya es la primera causa de muerte por razones meteorológicas en el país, sin contar que la temperatura aviva los incendios forestales en todo el país.
Si bien no existe un recuento oficial de las muertes de trabajadores agrícolas por causas vinculadas al clima, los fallecimientos relacionadas con el calor han aumentado en los últimos años, pasando de 1,722 en 2022 a cerca de 2,300 el año pasado.
En julio, el Departamento de Trabajo de Estados Unidos publicó una propuesta de reglamentación de seguridad contra el calor en los lugares de trabajo que exigiría que los empleadores proporcionen descansos, agua y sombra o aire acondicionado a los trabajadores que están expuestos al calor excesivo.
Sin embargo, es probable que la norma definitiva tarde años en aprobarse. Tampoco está claro si reemplazaría a las regulaciones estatales.
Cinco estados tienen protecciones de seguridad contra el calor para los trabajadores que trabajan al aire libre o en interiores. En California, por ejemplo, los empleadores deben brindar agua, áreas para refrescarse y descansos a los trabajadores cuando las temperaturas alcanzan los 82 grados Fahrenheit en interiores y 80 en exteriores.
Los otros estados son Colorado, Minnesota, Oregon y Washington, y se espera que este año Maryland apruebe una norma de seguridad similar.
Aunque Becerra mencionó que los estados pueden crear sus propias regulaciones, una norma de seguridad federal contra el calor ofrecería protecciones a nivel nacional.
Y obligaría a estados como Florida y Texas, cuyos gobernadores republicanos han aprobado leyes que prohíben las regulaciones de seguridad contra el calor, a cumplir con estándares mínimos.
Becerra espera que los estados se acojan a los programas que ofrece el HSS, aunque sean opcionales. Incluso en California, que tiene una de las normas de protección contra el calor más estrictas del país, los trabajadores podrían beneficiarse.
La trabajadora agrícola Lizbeth Mastache, que se reunió en privado con Becerra antes de la presentación, dijo que los días que pasa en los campos recogiendo uvas envuelta en el humo de los incendios forestales y el calor extremo no sólo son cada vez más frecuentes, sino que también la están enfermando.
Ha sufrido dolores de cabeza, fatiga y náuseas debido al calor, y tuvo que ir a la sala de emergencias después de que el cielo lleno de humo le provocara un ataque de asma. Ella y otros trabajadores agrícolas le dijeron a Becerra que necesitan tener licencia por enfermedad garantizada para cuidarse cuando el humo y el calor los enferman, además de un seguro médico accesible.
“Tuve que trabajar recogiendo uvas durante los incendios forestales y no nos dieron máscaras”, dijo Mastache, que es trabajadora agrícola desde hace 14 años.
La mujer también dijo que algunas granjas no han permitido el ingreso de los agentes comunitarios que hacen tareas de prevención. Su propósito era informar a los trabajadores acerca de cómo prevenir las enfermedades causadas por el calor extremo.
Eso es un problema porque muchos trabajadores estacionales, que se desplazan por trabajo entre distintos estados, no saben que California exige a los empleadores que les proporcionen a sus empleados agua, descansos y formación.
Hace unos tres años, investigadores del Centro Comunitario y Laboral de la Universidad de California-Merced hallaron que el 15% de los trabajadores agrícolas de California no recibían los descansos mínimos, y más del 40% dijo que la empresa nunca le había brindado un plan de prevención de enfermedades causadas por el calor extremo.
Sin embargo, más de un tercio de los trabajadores agrícolas entrevistados dijeron que no presentarían una denuncia contra su empleador, la mayoría de ellos por temor a represalias.
El California Farm Bureau, que representa a unos 29.000 agricultores, ha refutado las conclusiones del Centro Comunitario y Laboral. Afirman que entre los trabajadores empleados por sus socios se produjeron pocos casos de enfermedades causadas por el calor excesivo.
Bryan Little, director de políticas de empleo del Bureau, afirmó que su organización ha capacitado a cientos de agricultores y ganaderos sobre cómo proteger a los trabajadores de las enfermedades causadas por el calor extremo, por ejemplo, garantizando la provisión de agua e instalando espacios portátiles con sombra en el campo, para que los empleados se refresquen.
“Están actuando todos los días para tratar de evitar que las personas se expongan a estos riesgos, en la medida de lo posible”, dijo Little.
Aunque defensores de los trabajadores agrícolas agradecen a Becerra que resalte los impactos dañinos y a veces fatales del calor y el humo que generan los incendios forestales, también les preocupa que los fondos federales no lleguen a los más necesitados.
Por ejemplo, no existen garantías de que gran parte de los $50 millones destinados a los proveedores de atención médica vayan a los centros de salud que atienden a los trabajadores agrícolas, dijo Amy Liebman, directora de programas de la Red de Médicos Clínicos Migrantes, que ha trabajado en la seguridad y la salud de los migrantes durante más de dos décadas.
“Necesitamos asegurarnos de que nuestros centros de salud y nuestros médicos estén preparados”, dijo Liebman. “Eso significa que tiene que haber un cambio no solo en el enfoque sino también en parte de la financiación destinada a ello”.
Cuando Becerra dejó la tarima, cubierto con el cartel “Proteger a las comunidades del calor extremo”, entró en la biblioteca y minutos después partió hacia Stockton para ocuparse del siguiente tema: que bajen los precios de los medicamentos recetados. Lo acompañaba el congresista demócrata Josh Harder, que representa a un competitivo distrito del Congreso del Valle Central.
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