HAMBURGO, Alemania. – Si estás buscando hebillas, lápiz labial barato o una barra proteica, lo siento, estadounidenses, la farmacia alemana no puede ayudarlos.
No son como CVS, Rite Aid o Walgreens, las que tienes a la vuelta de la esquina. Die Apotheke, como se llama aquí a una farmacia, vende casi exclusivamente medicamentos. Las farmacias alemanas pueden tener un poco de maquillaje (productos hipoalergénicos y para pieles sensibles), lociones o biberones. También encontrarás suplementos de magnesio y vitaminas.
Pero no son tiendas que tengan secadores de cabello, cargadores de celulares, juguetes o alimentos. Es el lugar al que vas por razones médicas, y por salud.
El sistema de atención médica de Alemania, con sus bajos precios (negociados) de medicamentos y su sólido programa de seguro universal, es aclamado como un modelo posible para los Estados Unidos, que sufre los costos cada vez más altos de la atención médica y deja a millones de personas sin cobertura. ¿Podríamos aprender también algo de sus farmacias?
Teniendo en cuenta esa pregunta, entré en tres del norte de Hamburgo, todas a una distancia de cinco a 15 minutos cada una.
Y aunque el mensaje de salud de las farmacias alemanas es claro, su propuesta es… mixta. En principio, ofrecen una idea sobre cómo funciona el sistema de precios de medicamentos que, en gran medida, es asequible para los consumidores. Pero si bien los Apothekes se presentan como centros orientados a la salud, también son, como muchas otras cosas en la atención médica, empresas.
A diferencia de los Estados Unidos, o incluso de otros países europeos, los dueños de las farmacias en Alemania deben ser farmacéuticos. La mayoría de los medicamentos se basan en recetas. Y cada compra de medicamentos, incluso algo que los estadounidenses consideran “de venta libre” como el ibuprofeno o un jarabe para la tos, requieren primero una conversación con el farmacéutico, para asegurarse que los pacientes entiendan sus efectos.
En este punto, algunos economistas no están seguros que la opción alemana sea mejor.
Para empezar, no hay evidencia de que este requisito específico de una “charla” sea de alguna manera más eficiente o conduzca a mejores resultados de salud. Si bien la opinión de expertos es útil en algunos casos, también puede ser superflua. Por ejemplo, ¿alguien con dolores menstruales o un esguince muscular necesita el consejo del farmacéutico antes de recibir ibuprofeno?
“Se supone que el beneficio es ofrecer seguridad”, dijo Tom Stargardt, profesor de la Universidad de Hamburgo, quien estudia economía farmacéutica. “La pregunta es: ¿realmente el consumidor está bien informado para poder juzgar los beneficios del medicamento?”
A menudo, esas conversaciones son rápidas y superficiales. En La Vie Apotheke, una consulta antes de comprar aspirina tomó aproximadamente medio minuto.
Los farmacéuticos alemanes tienen un monopolio estricto en la dispensación de medicamentos, y eso socava el potencial de competencia de precios, dijeron economistas.
Además, las drogas aquí tienen un precio fijo. Un panel respaldado por el gobierno define lo que pagarán los planes de seguro público. Luego, los mayoristas pueden agregar un sobreprecio, definido por ley. Los farmacéuticos pueden agregar uno más, que también es legal. Y eso es todo.
Las farmacias son una ventana al espíritu del sistema nacional de salud. “Cada medicamento recetado cuesta lo mismo en todas las farmacias”, dijo Stargardt. “La razón es que todas las personas deberían tener el mismo acceso. Ya sea que vivan en una zona rural [o en una ciudad], no deberían ser castigados en términos de precios”.
Las drogas aquí ya cuestan menos que en los Estados Unidos. Por ejemplo, Humalog, una marca de insulina, tiene un precio de $55 por vial, en comparación con un promedio de cientos de dólares en casa.
Y los pacientes alemanes generalmente ni siquiera se enteran de ese gasto. Si un médico recetó el medicamento, el seguro generalmente debe cubrirlo, lo que significa que los pacientes no pagan casi nada. (Cuando hay un genérico más barato disponible, los farmacéuticos están obligados legalmente a proporcionar esa versión, a menos que el médico indique expresamente lo contrario). Para los alemanes que tienen enfermedades crónicas y una cobertura, el estado limita el costo compartido de salud al 2% de los ingresos del hogar.
Hay excepciones. Una que contrasta notablemente con la política de salud estadounidense: las aseguradoras no están obligadas a cubrir las píldoras anticonceptivas para mujeres mayores de 22 años. Los farmacéuticos dijeron que los gastos pueden ascender a 60 euros al mes, alrededor de $67 dólares estadounidenses, dependiendo de la marca que la mujer elija. Según la Ley de Cuidado de Salud a Bajo Precio (ACA), los planes de seguro estadounidenses deben cubrir la anticoncepción como una forma de medicina preventiva, sin costo compartido.
Y, farmacéuticos y economistas por igual reconocerán, incluso con la buena reputación de la que disfrutan las farmacias alemanas, que los Apotheke y los Walgreens tienen una motivación común.
En Lillen Apotheke, en el exclusivo barrio Eppendorf de Hamburgo, un farmacéutico reconoció que tiendas como la suya venden loción para la piel, esmalte de uñas de alta gama (supuestamente mejor para tus dedos) o rímel exclusivo de farmacia (también hipoalergénico) no principalmente por razones de salud, sino más bien, para generar ganancias.
Y la exposición de los productos revela esta intención comercial. Algunas medicinas se exhiben intercaladas entre aromáticos caramelos (cuyo principal ingrediente es el azúcar) y gomitas estilo gummy bears hechas especialmente para farmacias, que también dicen tener vitaminas naturales. Y, por supuesto, muy cerca se exhibe un delicioso chocolate.
¿Cuál es el valor agregado para la salud?
“Esto es solo por diversión”, explicó el farmacéutico.
Shefali Luthra actualmente produce historias desde Alemania como becaria 2019 de la Arthur F. Burns. La beca es un programa de intercambio para periodistas alemanes, estadounidenses y canadienses operado por el International Center for Journalists y el Internationale Journalisten-Programme.
Esta historia fue producida por Kaiser Health News, un programa editorial independiente de la Kaiser Family Foundation.