El presidente Donald Trump hizo una nueva promesa a los votantes. Si le otorgan un segundo mandato: “propondremos las curas para muchos, muchos problemas, muchas, muchas enfermedades, incluido el cáncer”.
La declaración de Trump fue parte del lanzamiento de su campaña 2020 en Orlando, Florida, el martes 18 de junio. Se hizo eco de los comentarios del ex vicepresidente y precandidato demócrata Joe Biden durante su discurso en Iowa: “si me eligen presidente, les prometo que verán el cambio más importante para los Estados Unidos: vamos a curar el cáncer”.
“Curemos el cáncer” no es una ambición política nueva. Yendo hacia atrás, en 1971, el entonces presidente Richard Nixon lanzó “La guerra contra el cáncer” al firmar la Ley Nacional del Cáncer, que destinó $1.6 mil millones a la investigación y estableció el Instituto Nacional del Cáncer.
O tomando una famosa Casa Blanca de ficción: en “The West Wing”, un drama televisivo que se emitió por primera vez de 1999 a 2006, el presidente Jed Bartlet presionaba para incluir en su Estado de la Unión el compromiso de “curar el cáncer en 10 años”.
En 2016, el presidente Barack Obama eligió a Biden para dirigir el “el lanzamiento del cáncer” (cancer moonshot) de la Casa Blanca, poco después que el hijo de Biden, Beau, muriera a causa de un cáncer cerebral.
Es una promesa convincente. Después de todo, ¿quién podría estar en contra de curar la segunda causa de muerte en la nación?
Si sólo fuera así de simple. Aquí hay tres razones por las que “curemos el cáncer” es muy fácil de decir para los políticos, pero muy difícil de lograr.
Ni la campaña de Trump ni la de Biden respondieron a las solicitudes de comentarios.
Con el cáncer, la biología es especialmente delicada
El cáncer es multifacético y singularmente complejo; no es tanto una enfermedad como una clase de enfermedades relacionadas.
“Una cura no es un concepto sostenible”, dijo Edward Giovannucci, profesor asociado de la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard. “Una analogía en la que pienso es en ‘curar una enfermedad infecciosa’. Nadie diría eso”.
Por un lado, en cada individuo, el cáncer muta de manera diferente. Y esas mutaciones distintas no siempre responden a los mismos medicamentos. Eso significa que la mejor terapia para el linfoma en una persona podría no funcionar para otra. Y existe un potencial constante para el desarrollo de nuevas mutaciones del cáncer, lo que significa que, de alguna manera, también existe una necesidad constante de nuevos tratamientos.
“Uno no puede decir con certeza: ‘En los próximos cinco años, vamos a curar el cáncer’, porque el cáncer es un conjunto de enfermedades muy diferentes”, explicó el doctor Philip Kantoff, presidente de medicina del Memorial Sloan Kettering Cancer Center, en Nueva York.
La literalidad es riesgosa. Y, para ser justos, declaraciones y promesas como las de Trump y Biden pueden producir avances en la investigación del tratamiento del cáncer cuando se acompañan de aumentos sustanciales en la financiación de la investigación, o de esfuerzos para fomentar los trabajos científicos interdisciplinarios.
“Una de las cosas que Biden ha hecho es generar una mayor conciencia pública sobre que el cáncer es un conjunto de problemas y que, si orientamos a la ciencia y a la política de manera correcta, realmente podemos lograr un cambio”, dijo Paula Hammond, profesor de ingeniería química en el Instituto de Tecnología de Massachusetts, quien ha trabajado con la iniciativa sin fines de lucro Biden Cancer Initiative.
Ya tenemos tratamientos. Pero hay un problema de acceso y costos.
Muchos cánceres, por ejemplo, ciertos tipos de cáncer de seno o de colon, ya son curables. Pero necesitan ser diagnosticados y tratados de inmediato. Y hay 27.4 millones de estadounidenses que no tienen seguro de salud.
Según expertos, la prevención universal, el tratamiento y la cura del cáncer significa que cualquier persona con una posibilidad de desarrollar la enfermedad necesita un seguro de salud. Y la cobertura debe ser lo suficientemente sólida como para que los pacientes tengan exámenes preventivos y atención de seguimiento, sin tener que tomar decisiones basadas en los costos.
“Si vas a detectar el cáncer temprano, si vas a tratarlo de manera temprana y completa, esa sería la opción de ‘cura’. Y para lograrlo se requerirá un seguro, ya sea Medicare para Todos o alguna variante de esta opción”, expresó Amy Davidoff, economista de salud de la Universidad de Yale, quien estudia cómo los costos del cáncer afectan a las personas.
Davidoff agregó que enfocarse en los tratamientos sin ampliar significativamente el acceso a la cobertura es “problemático”.
Ese vínculo ya está claro. Por ejemplo, la investigación en la que Davidoff trabajó, descubrió que cuando los estados expandieron Medicaid (opcional en virtud de la Ley de Cuidado de Salud a Bajo Precio, o ACA), las brechas para acceder a un tratamiento oportuno del cáncer avanzado entre adultos blancos no hispanos y adultos de raza negra se cerraban.
El seguro de salud, y la atención médica universal en particular, ya han surgido como un tema de campaña.
Trump, por su parte, no ha lanzado una agenda de atención médica. Hasta el momento, el trabajo de su administración ha exacerbado las barreras para acceder a un seguro de salud. En 2018, bajo Trump, 700,000 estadounidenses se sumaron a las filas de las personas sin seguro. La postura de la Casa Blanca en una demanda pendiente desmantelaría al Obamacare, dejando a millones más sin cobertura, y revocando sus protecciones para las personas con condiciones preexistentes, incluido el cáncer.
Biden no ha lanzado formalmente una plataforma de atención médica, pero ha favorecido las políticas para ampliar la cobertura. Hace pocos días sugirió crear “opción pública similar a Medicare” disponible en general, y sin costo, para personas sin seguro que viven en estados que no expandieron Medicaid.
Ese tipo de propuesta podría ayudar en gran medida a abordar los problemas de las personas sin seguro. Pero todavía podría haber brechas.
Davidoff dijo que en la actualidad, incluso si las personas tienen cobertura, el precio de muchos tratamientos nuevos para el cáncer y las inmunoterapias pueden seguir estando fuera del alcance de los pacientes.
Eso significa que la generosidad de cualquier opción pública, y de hecho de cualquier plan de salud existente, también importa mucho.
La importancia de los hábitos saludables
Y cuando se trata de avanzar en el tratamiento del cáncer, los expertos destacaron la importancia de la prevención.
En la práctica, eso significa desarrollar estrategias para reducir las tasas de tabaquismo y de obesidad, o mejorar el acceso a alimentos nutritivos. Esto requiere financiamiento, voluntad política y una sólida infraestructura de salud pública, ninguna de las cuales es fácil de conseguir. Pero la recompensa potencial es mucho mayor.
“Si vamos a generar avances muy significativos en las tasas de mortalidad por cáncer en las próximas décadas, tenemos que centrarnos en la prevención y la detección temprana”, dijo Giovannucci. “Sabemos que, en principio, la mayoría de los cánceres son prevenibles”.