Al aumentar el número de pacientes con el nuevo coronavirus, escasean las máscaras y otros equipos de protección. Y las enfermeras del estado de Washington recurren a métodos alternativos para intentar protegerse.
Wendy Shaw, enfermera en una sala de emergencias en Seattle, dijo que hospitales como el suyo han guardado bajo llave equipos críticos como máscaras y respiradores para asegurar que no se agoten.
Shaw es la responsable del equipo, y al que viene a buscar una máscara le tiene que hacer muchas preguntas: “¿Para qué la vas a usar? ¿Con qué paciente? ¿Cuál es el procedimiento?”
“Me he convertido en la ‘carcelera’ de estas máscaras”, comentó. “Ahora tenemos que aprender a trabajar con menos y a ser buenos administradores de los recursos que tenemos”.
Shaw vive un estrés muy personal que la mantiene en alerta. Padece diabetes tipo 1, al igual que su hijo pequeño, lo que la pone en alto riesgo de complicaciones si se infectara.
“Estoy limpiando como nunca. Soy híper consciente de lo que toco, de lo que me ha rozado”, explicó Shaw. “Pensamos en esto todo el tiempo. Cada día que me despierto sin fiebre o tos es una victoria”.
En algunos hospitales, enfermeras y médicos dijeron que se les ha comunicado que, contrariamente al protocolo estándar de eliminación después de un solo uso, deberían tratar de limpiar y reutilizar sus máscaras N95, un respirador que protege el rostro de las partículas transportadas por el aire y el líquido contaminado.
Mientras, el personal de la sede corporativa del Providence St. Joseph Health en Renton, Washington, ha abierto un taller en el que están ensamblando máscaras y protectores faciales por su cuenta, para reforzar los recursos.
“Llegará un momento en el que estaremos a punto de quedarnos sin equipo de protección personal”, señaló Melissa Tizon, del Providence St. Joseph Health.
Tizon dijo que el sistema de salud ya ha entregado 500 protectores faciales a los hospitales afiliados a Providence en Seattle y Everett, Washington, y planea comenzar a coser máscaras en los próximos días.
Algunas enfermeras están incluso consiguiendo máscaras por medio del ‘crowdsourcing’, pidiendo ayuda de la comunidad por internet, como hizo Bobbie Habdas, enfermera de cuidados intensivos en el Swedish Medical Center, quien pidió ayuda por Facebook.
“Nunca pensé que haríamos esto”, dijo Habdas.
Su posteo ganó mucha atención, y reunió más de 100 máscaras para compartir con sus compañeros de trabajo.
“Honestamente, me sorprendió y realmente me conmovió, estoy muy agradecida”, comentó.
La avalancha de ayuda fue muy positiva, pero Habdas se pregunta por qué las enfermeras tienen que andar buscando suministros, además de hacer sus tareas habituales.
“Hay un gran sentimiento de pánico, no sólo ahí fuera, sino también dentro del hospital”, enfatizó Habdas.
Dijo que tener que buscar suministros durante su turno no ayuda con el estrés de responder a la pandemia de coronavirus. La enfermedad en Washington ha matado a 95 pacientes, al 23 de marzo.
Sally Watkins, directora ejecutiva de la Asociación de Enfermeras del Estado de Washington, dijo que las enfermeras se están viendo obligadas a conformarse con menos.
“No las protegen al nivel que deberían”, señaló Watkins quien espera que la región reciba pronto más suministros de la reserva federal.
Fallas en la comunicación
Después de 39 años como enfermera de cuidados intensivos, Mary Mills se ha enfrentado a otras crisis de enfermedades infecciosas, pero la respuesta de su hospital al brote de coronavirus es diferente. Recuerda haber ayudado a intubar a pacientes con VIH en los primeros días de la crisis del sida, cuando todavía había mucho miedo e incógnitas sobre esa enfermedad.
“Entonces todo el mundo estaba en la misma página”, explicó Mills. “Había una comunicación clara”.
Mills trabaja en uno de los cinco hospitales del Swedish Medical Center en el área de Seattle. “Siento decir que ahora no me siento muy apoyada”, expresó.
Al igual que muchos trabajadores de la salud, Mills se siente frustrada porque las pautas de uso del equipo de protección personal, o EPP, se cambian, a veces a diario.
“Lo que se decide que necesito para mi seguridad, se está cambiando en función de la disponibilidad del producto, en lugar de la ciencia”, apuntó Mills.
“Esto es súper contagioso. Podemos contagiar a nuestros hijos, a nuestros padres y a nuestros abuelos”, añadió.
Preocupa la exposición de los trabajadores de la salud
Mills cree que los directores de los hospitales no han tomado suficientemente en serio las preocupaciones de las enfermeras, especialmente cuando se trata de hacer pruebas a los pacientes y al personal en los primeros días del brote.
Dijo que dos enfermeras con las que trabaja ya se han enfermado con lo que podría ser COVID-19.
“Una salió con tos y fiebre, los clásicos cinco síntomas”, contó Mills. “En el octavo día, finalmente aceptaron hacerle un examen de COVID-19”.
Mills explicó que este tipo de respuesta sólo erosiona la confianza de las enfermeras en el liderazgo del hospital, perjudicando una relación que es crítica ya que toda la fuerza de trabajo de la atención médica del área de Seattle debe atender a un número cada vez mayor de pacientes con la enfermedad.
El hecho que los trabajadores de salud estén expuestos al coronavirus es una preocupación central en toda la región. Varios hospitales en el área de Seattle han reportado casos entre su personal. Un médico de emergencias de Kirkland fue hospitalizado después contagiarse.
El doctor Chris Dale, de Swedish, dijo que su sistema hospitalario está enfocado en la seguridad de los cuidadores.
“No podemos proporcionar eficazmente una atención segura a los pacientes si primero nuestro personal no está seguro”, dijo Dale.
El hospital acaba de crear clínicas de emergencia donde el personal y los pacientes pueden hacerse pruebas. Dijo que las pruebas en Washington han mejorado significativamente ya que más laboratorios han comenzado a hacerlas en los últimos días. Ahora, los resultados llegan en tres o cuatro días, antes tardaban una semana.
Aseguró que el número de trabajadores de salud del Swedish Medical Center que han contraído COVID-19 sigue siendo “bajo”, pero no dio cifras específicas.
“Con esta extraordinaria pandemia, y la escasez de suministros que hay, necesitamos equilibrar tanto el suministro como la necesidad real de mantener seguros a los cuidadores”, dijo Dale.
Swedish sigue las pautas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) cuando trata a pacientes con casos sospechosos o confirmados de COVID-19, señaló.
Cuestiones de personal
Las enfermeras del Swedish Medical Center comenzaron a enfrentar la pandemia cuando se encontraban en una disputa laboral, relacionada con los niveles de personal.
En enero, miles de trabajadores de la salud sindicalizados se declararon en huelga durante tres días, una acción que no tuvo nada que ver con la crisis del coronavirus. Las enfermeras sostienen que la falta crónica de personal dentro de los hospitales puede afectar negativamente la seguridad de los pacientes.
Dale dijo que Swedish ha contratado recientemente unas 300 enfermeras temporales, y piensa contratar a más. Pero a Mills le sigue preocupando que no haya suficientes enfermeras para manejar el aumento de pacientes.
“No se trata sólo de camas físicas o ventiladores”, comentó Mills. “Una habitación y un ventilador no significan nada si no tienes una enfermera”.
Mills dijo que espera que la dirección empiece a ocuparse de estos temas urgentes. Después de décadas de trabajar en la unidad de cuidados intensivos, dijo que su compromiso número uno es con sus pacientes. Ya ha tratado a algunos con COVID-19 que murieron en aislamiento, a veces sin familiares a su lado.
La política del hospital actualmente no permite visitas a los pacientes de COVID-19 por razones de seguridad, aunque dijo que hace excepciones “en circunstancias extremas”.
“La tragedia de no tener una familia que apoye a los súper enfermos… una siente una mayor presión por ofrecerles alguna forma de compasión a estas personas que están totalmente aisladas”, contó Mills. “Las únicas personas que hay son las enfermeras”.
Esta historia es parte de una asociación entre NPR y Kaiser Health News.
Esta historia fue producida por Kaiser Health News, un programa editorial independiente de la Kaiser Family Foundation.