Legisladores de varios estados proponen prohibir un pesticida muy utilizado que la Agencia de Protección Ambiental (EPA) quiere mantener en el mercado.
El pesticida clorpirifos mata a los insectos por contacto, atacando su sistema nervioso.
Varios estudios han relacionado la exposición prenatal al clorpirifos con disminución de peso al nacer, bajo coeficiente intelectual, déficit de atención e hiperactividad y otros problemas de desarrollo en niños. Pero en 2017, la EPA ignoró las conclusiones de sus científicos y rechazó una propuesta presentada durante la administración Obama para prohibir su uso en campos y huertos.
Hawaii fue el primer estado en aprobar la prohibición el año pasado. Ahora California, Oregon, Nueva York y Connecticut tratan de hacer lo mismo.
Si California lo prohíbe, el impacto nacional sería enorme.
“Si California tiene éxito, sería un gran logro porque es un estado grande, el estado agrícola más grande”, dijo Virginia Ruiz, directora de salud ocupacional y ambiental de la organización sin fines de lucro Farmworker Justice, con sede en Washington, D.C.
A principios de año, demócratas del Congreso también presentaron proyectos de ley para prohibir el pesticida a nivel nacional, pero los expertos creen que los estados tienen más probabilidades de éxito que el Congreso. La senadora Kirsten Gillibrand (demócrata de Nueva York), que se presenta a la presidencia, propuso a finales de abril un proyecto de ley que prohibiría a las escuelas servir frutas y verduras expuestas al pesticida.
“No entiendo por qué debatimos esto”, señaló Irva Hertz-Picciotto, epidemióloga y directora del Centro de Ciencias de Salud Ambiental de la Universidad de California-Davis. Hertz-Picciotto testificó durante una audiencia del Comité de Salud del Senado de California, el 10 de abril, sobre el proyecto de ley de California para prohibir el uso del pesticida. Dijo que unos 40 estudios han demostrado la conexión entre la exposición prenatal al clorpirifos y las discapacidades del desarrollo, incluidos síntomas de autismo.
“Ningún estudio ha identificado un nivel en el que podamos considerarlo seguro”, expresó ante los legisladores.
Hace unas dos décadas, la EPA, que regula los pesticidas a nivel federal, ordenó retirar del mercado el clorpirifos para uso residencial. Pero el producto químico todavía se utiliza en cultivos como cítricos, almendras y uvas, así como en otros espacios agrícolas, y en campos de golf.
Varias empresas fabrican productos de clorpirifos a nivel mundial. En Estados Unidos, las marcas más reconocidas son Dursban y Lorsban, fabricadas por Corteva Agriscience, antes conocida como Dow AgroSciences.
Durante la administración de Barack Obama, la EPA propuso en 2015 la prohibición total del clorpirifos, citando evidencia de riesgos para la salud. Pero en 2017, el administrador de la EPA del presidente Donald Trump, Scott Pruitt, se negó a prohibirlo.
“A pesar de años de estudio, la ciencia que trata los efectos del neurodesarrollo no es concluyente”, explica la EPA en su sitio web. La agencia no devolvió los pedidos de comentarios.
El verano pasado, el Tribunal de Apelaciones del 9º Circuito de los Estados Unidos ordenó que el pesticida se retirara del mercado. La EPA se opone a esa decisión.
“La EPA contradice los hallazgos de sus propios científicos”, señaló Aseem Prakash, director del Centro de Políticas Ambientales de la Universidad de Washington.
Prakash acusó a la EPA de cuidar los intereses de la industria química antes que la salud de las personas.
“Es absurdo”, agregó. “La investigación nos da la razón”.
Los fabricantes lo ven de otra manera. Carol Burns, epidemióloga jubilada de la Dow Chemical Company, que comenzó a fabricar clorpirifos en 1965, es ahora consultora de Corteva Agriscience. Burns dijo durante la audiencia en el Senado de California que muchos estudios relacionan los problemas de desarrollo neurológico en niños con compuestos químicos conocidos como organofosfatos, pero no con el clorpirifos específicamente.
“El clorpirifos es un organofosfato, pero no todos los organofosfatos son clorofosfatos”, explicó Burns para quien los estudios no son claros.
Además, agregó, algunos de esos estudios se centraron en niños nacidos a finales de la década de 1990 y principios de la de 2000. Desde entonces, dijo Burns, los niños están menos expuestos a la sustancia química dadas las restricciones sobre su uso.
Ni Corteva Agriscience ni la California Farm Bureau Federation quisieron comentar sobre este tema.
El clorpirifos puede inhalarse en el lugar de la aplicación y alrededores, o ingerirse como residuo en los alimentos. Además, el agua potable puede ser una vía de exposición para las personas si se contaminan los pozos.
Según el National Pesticide Information Center, el contacto con el clorpirifos puede provocar mareos, náuseas y dolores de cabeza, mientras que un envenenamiento más agudo puede causar vómitos, temblores y pérdida de coordinación.
Pero la exposición a largo plazo, incluso en niveles bajos, se considera más dañina, especialmente para cerebros jóvenes en desarrollo. Un estudio realizado en 2014 por Hertz-Picciotto y otros investigadores de la UC-Davis encontró que las embarazadas que vivían cerca de campos tratados con clorpirifos, principalmente durante su segundo trimestre de embarazo, tenían un riesgo elevado de dar a luz a un niño con autismo.
Fidelia Morales ha vivido en Lindsay, California, un pequeño pueblo del condado de Tulare, durante 12 años. Morales dijo que su casa está rodeada de naranjales y a menudo siente el hedor a pesticidas recién rociados, especialmente durante el verano.
Cuanto más aprende sobre el clorpirifos, más se pregunta si tuvo algo que ver con los problemas de comportamiento de su hijo de 11 años. Los maestros se quejan de su incapacidad para concentrarse y estar tranquilo en clase, contó Morales. En cuarto grado leía a un nivel de segundo.
“Solía caminar por los campos cuando estaba embarazada, no tenía idea que podía estar arriesgando mi salud y la de mi bebé”, expresó. “La ironía es que dejé Los Angeles en parte para alejarme de la contaminación. No sabía que terminaría en un lugar peor”.
Morales quiere que se prohíba el pesticida.
Pero los agricultores les han dicho a los legisladores que el clorpirifos es un pesticida de “último recurso” y que lo necesitan para luchar contra ciertas plagas. Señalaron al psílido asiático de los cítricos, un insecto diminuto que se alimenta de sus hojas y puede transmitir la enfermedad conocida como Huanglongbing, o enverdecimiento de los cítricos, que representa una seria amenaza para la industria.
El clorpirifos es el tratamiento más efectivo contra esa plaga, declararon los agricultores.
También testificaron que el estado ya restringe el uso de clorpirifos a través del Department of Pesticide Regulation y pidieron que cualquier restricción adicional se deje en manos del departamento.
Basado en las recomendaciones del departamento, todos los condados de California acordaron este año establecer restricciones en la aplicación del clorpirifos.
Una restricción es la prohibición de la fumigación aérea. Para aplicaciones en tierra, los agricultores no pueden aplicar el pesticida a menos de 150 pies de las casas, negocios y escuelas. El departamento considera que el pesticida es un “contaminante tóxico del aire” y cree que las nuevas restricciones reducirán su uso, según la vocera Charlotte Fadipe.
El uso de clorpirifos en el estado se ha reducido a la mitad en una década, dijo Fadipe.
Angel García, un activista del condado de Tulare con el grupo Californians for Pesticide Reform, dijo que las nuevas restricciones no son lo suficientemente duras.
Para García quienes enfrentan el mayor riesgo son las personas de minorías de bajos ingresos que viven en áreas agrícolas.
Las restricciones “no protegen la salud de manera significativa”, señaló.