SAN FRANCISCO – Sandra Yamileth Lopez trabaja en una de las panaderías más famosas de San Francisco, Tartine. Huyó de la horrible violencia en Honduras y pidió asilo en California. Puede trabajar legalmente, pero, como ocurre con muchos nuevos inmigrantes, pasarán años antes que sea elegible para recibir Medicaid o subsidios federales para un seguro de salud.
Mientras tanto, se inscribió en Healthy San Francisco, un programa pionero que garantiza atención médica a todo residente de la ciudad que no tenga seguro. López dijo que siente que ha recuperado su vida.
“Tenía muchos sueños recurrentes sobre lo que había estado sucediendo”, dijo López. “Tampoco podía relajarme. Entonces, los médicos me dieron medicamentos para ayudarme a dormir y para a relajar mi ansiedad”.
Healthy San Francisco se lanzó en 2007, bajo el entonces alcalde Gavin Newsom, años antes de la Ley del Cuidado de Salud a Bajo Precio (ACA), y en un momento en que la cobertura universal era una meta audaz y radicalmente liberal.
Ahora, Nueva York es una de las ciudades que planea seguir los pasos de San Francisco.
Financiado de manera parcial con fondos de empleadores, Healthy San Francisco es una reorganización del sistema de salud pública de la ciudad. A los pacientes se los redirige a las clínicas de atención primaria, alejándolos de las costosas y sobrecargadas salas de emergencia. Tienen citas con especialistas, medicamentos recetados y, quizás lo más importante, protección contra facturas masivas en caso que necesiten atención de emergencia.
La doctora Alice Chen, directora médica y subdirectora de San Francisco Health Network dijo que, aunque ahora puede parecer simple y obvio, convertir una red de seguridad pública que rescataba a las personas en crisis en un sistema proactivo y coordinado fue una revelación.
“Incorporamos a las organizaciones de atención existentes en un mismo sistema, y luego creamos una interfase para los pacientes que no tenían seguro. Nos acercamos a ellos y les dijimos: ‘vengan y usen el sistema de atención’”, dijo Chen.
Después que las principales disposiciones del Obamacare entraron en vigencia en 2014, la mayoría de los pacientes de Healthy San Francisco se inscribieron en Medicaid o compraron planes privados subsidiados.
Pero quedan aproximadamente 13,000: aquellos que ganan demasiado para los programas públicos pero que aún no pueden pagar un seguro privado, y personas como Juan, que son indocumentadas y no pueden recibir asistencia pública federal. Juan, quien nos pidió que usáramos solo su primer nombre, se ha estado recuperando de un ataque al corazón bajo la atenta mirada de un cardiólogo.
Toma una cantidad de medicamentos recetados que de otra manera no podría pagar. Pero aquí está el dilema: está cubierto solo dentro de los límites de la ciudad, Healthy San Francisco no es un seguro de salud portátil. Juan, quien trabaja en un almacén local, quiere mudarse a San Diego para cuidar de su madre mayor, pero si lo hace quedará fuera del programa y no podrá pagar sus medicamentos.
“Algunos cuestan miles de dólares al mes, y si no tengo esa cobertura en San Diego, tendría que pagarla”, dijo. “Y si no tomo los medicamentos, podría ser potencialmente mortal”.
Alrededor de 3 millones de californianos siguen sin tener seguro de salud. Cerca de la mitad de ellos no tienen un estatus migratorio legal, y el resto no puede pagar el alto costo de la atención médica estadounidense.
La furia por esos costos, incluso para quienes tienen seguro, ha generado una energía renovada entre demócratas que quieren que los Estados Unidos tengan cobertura universal de salud, como todas las demás naciones industrializadas. Pero hay muchas variantes: un sistema de pagador único, “Medicare para todos”, planes que acabarían con las compañías de seguros o la cobertura basada en el empleador, y otros que simplemente los regularían más estrechamente.
Ahora que el ex alcalde de San Francisco se ha convertido en gobernador, Newsom dijo que quiere hacer de California un campo de pruebas para la cobertura universal.
“Las primas aumentan, los deducibles aumentan, las personas se sienten estresadas y ansiosas por lo que está sucediendo o no a nivel federal”, dijo Newsom. “Y les preocupa que las cosas empeoren, no necesariamente mejoren, a mediano plazo, y que estén mucho peor a largo plazo”.
Newsom le ha pedido a la administración Trump que le permita a California a avanzar con un sistema de pagador único. Como es poco probable que suceda, está buscando otras opciones, creando lo que dice que es el grupo de compras de medicamentos recetados más grande del país para negociar los precios, restablecer el mandato individual que obliga a la mayoría de las personas a tener seguro de salud, permitir que los jóvenes adultos indocumentados pueden estar en Medicaid hasta los 26 años, y otorgar subsidios estatales a 250,000 californianos más que tienen ingresos medios.
“Miras al resto del mundo, y solo ponen los ojos en blanco”, dijo Newsom. “Tienen mayor expectativa de vida, un manejo de enfermedades crónicas mejor que en los Estados Unidos, por aproximadamente la mitad del precio. Si observas los índices de calidad, el año pasado bajamos a la posición 37 en el mundo, por debajo de Cuba y Costa Rica”.
Agregó: “Esto es absurdo, y corresponde a los gobernadores, los alcaldes, tomar la iniciativa ya que el gobierno federal no está haciendo su trabajo”.
Y eso está sucediendo en toda la nación.
En Washington, el gobernador demócrata Jay Inslee propuso un plan de salud pública de bajo costo para competir con las aseguradoras privadas en mercado de seguros estatal. En Nuevo México, los demócratas están resolviendo cómo las personas sin seguro podrían comprar Medicaid.
Y en la ciudad de Nueva York, el alcalde Bill De Blasio está prometiendo atención médica a inmigrantes indocumentados y a aquellos que no pueden pagar un seguro.
“Hay suficientes personas en esta ciudad que no tienen ninguna cobertura de atención médica que cubrirían toda la ciudad de Milwaukee o toda la ciudad de Baltimore. Es un gran número de personas”, dijo.
Es un total de unos 600,000 neoyorquinos.
De Blasio contrató al doctor Mitch Katz, el cerebro de salud pública detrás de Healthy San Francisco, para construir un programa similar en los cinco condados de la ciudad. Los funcionarios de la ciudad planean inyectar más de $100 millones al año en los hospitales y clínicas públicas con problemas financieros de la ciudad e inscribir activamente a los no asegurados en un programa llamado NYC Care.
Eso incluye a jóvenes con dificultades, como el músico y compositor independiente Andrew Sharkey, quien no ha recibido tratamiento para la enfermedad de Crohn, una enfermedad intestinal grave. Abandonó su cobertura en 2015.
“Simplemente no sabía de dónde iba a venir el dinero. Tenía dos trabajos de medio tiempo, que no estaban obligados a pagar por mi seguro”, dijo Sharkey.
Bajo el plan de De Blasio, Sharkey tendría un médico de atención primaria regular, tratamiento con especialistas y acceso a medicamentos recetados.
La noticia sobre NYC Care ya se está difundiendo entre los más de 300,000 inmigrantes indocumentados en la ciudad, como Antonio, quien nos pidió que usáramos solo su primer nombre. Antonio piensa que el plan de De Blasio simplificaría su vida, permitiéndole enfocarse más en su salud y en su trabajo, y menos en el papeleo interminable que viene con la falta de seguro.
“Oh, Dios mío, eso va a ser un gran cambio para todos”, dijo Antonio. “Ahora, cuando voy a una cita, tengo que ir de los trabajadores sociales a las organizaciones para encontrar formas de reducir los gastos”.
Los estadounidenses ya pagan por los inmigrantes indocumentados cuando llegan a la sala de emergencias, dijo el alcalde de Blasio.
“Enfrentémoslo, nos engañamos a nosotros mismos en este país sobre la realidad de la atención médica. De pronto, tenemos 12 millones de personas indocumentadas, quizás más, que forman parte del tejido de los Estados Unidos, y que necesitan atención médica porque son seres humanos”, dijo. “Pero, en toda nuestra formulación de políticas, negamos su existencia. Este es el mejor ‘no preguntes, no digas’ (don’t ask, don’t tell) que hayas visto nunca”.
De Blasio agregó: “Deberíamos tener atención médica universal a nivel nacional, deberíamos tener un solo pagador, deberíamos tener ‘Medicare para todos’, pero a falta de eso, la atención médica se ha convertido en un artículo de lujo para tantas personas”.
La atención de salud universal encaja bien con los votantes estadounidenses, pero el gobierno de Trump dijo que, si se convertía en una política nacional, consumiría el presupuesto federal.
“Es fiscalmente insostenible”, dijo Seema Verma, administradora de los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid (CMS). “Pero para empeorar las cosas, destruiría Medicare para las personas mayores que pasaron toda su vida aportando”.
Y algunos demócratas están expresando sus propias advertencias. El ex gobernador de Vermont, Peter Shumlin, se vio obligado a abandonar su intento de implementar un sistema de pagador único en el estado.
“Lo que me di cuenta, y creo que muchos legisladores también lo hicieron, fue: ‘Oye, si primero no controlamos los costos, en lugar de recibir ese aumento de la prima por correo, lo que tendrás es un aumento de impuestos anual que aprobó tu legislatura”, dijo Shumlin. “Y no hay muchos políticos de ningún partido que quieran aumentar los impuestos al ritmo de la inflación actual de nuestra atención médica”.
Los productores de “PBS NewsHour” Jason Kane y Kira Wakeam contribuyeron con este informe.
Esta historia fue producida por Kaiser Health News, un programa editorial independiente de la Kaiser Family Foundation.