Durante casi un año, los hogares de adultos mayores y los centros de vida asistida han estado cerrados a los visitantes. Ahora es el momento de que reabran y alivien a los residentes del abrumador y brutal aislamiento, según dicen un grupo cada vez más grande de expertos en atención de largo plazo, cuidadores, consumidores y médicos.
Están pidiendo a las autoridades de salud federales que vuelvan más flexibles las restricciones de visitas en estas instituciones, modificando las reglas más duras que rigen desde septiembre. Y quieren que tanto las autoridades federales como estatales otorguen un estatus especial a los “cuidadores esenciales”, familiares o amigos que brindan cuidados prácticos de importancia crítica, para que tengan la oportunidad de atender a familiares necesitados.
Richard Fornili, de 84 años, que vive en un hogar en St. Marys, Georgia, apoya este cambio.
No ha visto a ningún familiar desde el verano pasado, cuando una nieta, su esposo y sus dos hijos se pararon frente a su ventana y lo llamaron por teléfono. “La depresión y la sensación de soledad que afectan a mis compañeros residentes es terrible”, dijo. “Que nuestros familiares vuelvan a vernos es una necesidad absoluta para nuestro bienestar”.
“En este punto, es más probable que los residentes mueran por aislamiento y negligencia que por covid”, dijo Jocelyn Bogdan, especialista en programas y políticas de National Consumer Voice for Quality Long-Term Care, citando nuevos datos que vinculan la vacunación de covid-19 con la baja de muertes relacionadas con la enfermedad.
Su organización ha lanzado una petición para que los hogares vuelvan a abrir de manera segura y para que los cuidadores esenciales tengan acceso, sin restricciones, a sus seres queridos.
Desde finales de diciembre, cuando comenzaron las vacunaciones, los casos de covid entre residentes de hogares se han desplomado un 83%, mientras que las muertes se han reducido en un 66%, según un análisis de KFF (Kaiser Family Foundation).
Hasta el lunes 1 de marzo, 4,6 millones de residentes y miembros del personal en hogares y otras instalaciones habían recibido al menos una dosis de las vacunas de Pfizer-BioNTech o Moderna, incluidos más de 2 millones que habían recibido la segunda dosis.
Las vacunas han “cambiado todo” y los hogares se encuentran ahora entre “los lugares más seguros en la comunidad en términos de covid”, dijo Ruth Katz, vicepresidente senior de políticas públicas de LeadingAge, una asociación que representa a más de 5,000 hogares de adultos mayores sin fines de lucro , centros de vida asistida y proveedores de vivienda para seniors.
La última semana de febrero, LeadingAge pidió a las autoridades federales que ampliaran las visitas en una carta enviada a los principales funcionarios de la Casa Blanca, los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid (CMS) y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).
En un correo electrónico, la Asociación Estadounidense de Atención Médica, que representa a más de 14,000 proveedores de atención a largo plazo, también instó a los CMS y a los CDC a revisar su guía de visitas. AARP, el grupo de abogacía de personas mayores más poderoso del país, intervino con una carta en la que señalaba “una necesidad crítica” de nuevas recomendaciones.
Los directores médicos de los centros de atención a largo plazo también están interviniendo al mismo tiempo que son cautelosos sobre nuevas guías para reanudar las actividades comunales y las visitas en los centros de atención a largo plazo.
Con nuevas variantes de covid circulando y un número significativo de empleados y visitantes potenciales aún sin vacunar, “estamos recomendando un enfoque mesurado y escalonado”, dijo la doctora Swati Gaur, presidenta del comité asesor sobre infecciones de AMDA, la sociedad de cuidados médicos de largo plazo.
Las instalaciones que reabran a los miembros de la familia deben hacerlo “con cuidado”, agregó, programando visitas, examinando a los visitantes para detectar síntomas e idealmente solicitando una prueba de covid negativa antes; limitando el número de visitantes en un mismo momento; y enviándolos a sitios designados para visitantes, no a las habitaciones de los residentes. También, por supuesto, requiriendo el uso de máscaras faciales y guantes, entre otras precauciones.
Nadie quiere que los brotes de covid reaparezcan en los centros de atención a largo plazo, dijo Gaur, los lugares en donde ya se han registrado casi 173,000 muertes relacionadas con covid, aproximadamente el 35% del total de la nación.
Los CMS ordenaron a los hogares que cerraran hace casi un año, el 13 de marzo, cuando la pandemia de coronavirus se aceleró y los CDC dijeron que nadie, excepto los familiares que realizaban visitas al final de la vida, debían ingresar. En septiembre, las nuevas recomendaciones permitieron visitas al aire libre, siempre y cuando se implementara el distanciamiento físico, y las visitas en interiores, siempre que una instalación estuviera libre de covid durante 14 días y la tasa de positividad para los casos de covid en la comunidad circundante fuera inferior al 10%.
Las recomendaciones federales aplican a los hogares de adultos mayores. Los estados regulan los centros de vida asistida y otras instalaciones de cuidado colectivo, pero tienden a seguir el ejemplo de los CDC. En la práctica, los centros de atención a largo plazo varían considerablemente en la forma en que implementan las políticas recomendadas.
Además, las autoridades federales recomendaron que los familiares tuvieran visitas de “atención compasiva” cuando un residente está emocionalmente angustiado, sufre la pérdida de amigos o familiares, pierde peso o se adapta mal a la reciente pérdida del apoyo familiar.
Pero muchos hogares continúan negando estas visitas, y la aplicación debe fortalecerse, observó AARP en su carta.
Melody Taylor Stark dijo que su solicitud de una visita de atención compasiva con su esposo, Bill Stark, fue denegada en octubre, cuando su insuficiencia cardíaca congestiva empeoró. Bill, de 84 años, residente de Huntington Drive Health and Rehabilitation en Arcadia, California por cinco años, fue hospitalizado posteriormente con neumonía. Stark dijo que solo se le permitió una visita de 15 minutos con el 17 de noviembre, después que regresó a Huntington, la última vez que vio a Bill antes de su muerte el 22 de noviembre. El administrador de Huntington Drive no respondió a una solicitud de comentarios.
La Essential Caregivers Coalition, de la cual Stark es miembro, solicita que cada residente de atención a largo plazo pueda designar uno o dos cuidadores esenciales que puedan entrar y salir de las instalaciones con regularidad para brindar atención práctica a sus seres queridos, como lo hacían antes de la pandemia.
A medida que se acerca el aniversario de los cierres, la coalición ha organizado envíos masivos de correos electrónicos y campañas de envío de cartas a las autoridades federales y estatales, una campaña itinerante de letreros en el césped en más de una docena de estados, y reuniones en varias capitales estatales. El eslogan de la campaña: El aislamiento también mata.
Mikko Cook, de 49 años, de Ventura, California, es una de las cofundadoras del grupo. Su padre, Ron Von Ronne, de 77 años, tiene Alzheimer en etapa avanzada y vive en un hogar de 200 camas en Albany, Nueva York. Antes de la pandemia, el hermano de Cook lo visitaba casi todos los días.
“El lugar no tenía suficiente personal y cuando familiares iban a cuidarlo, las sábanas de mi padre estaban sucias. No se había duchado. El baño nunca estaba limpio. Pero ellos se encargaban”, dijo Cook.
Desde las cuarentenas, Von Ronne pasó más de tres meses sin ver ni hablar con miembros de la familia. Durante el año pasado, casi dejó de comunicarse, fue agredido por un residente y perdió casi todas sus pertenencias, que fueron extraviadas o robadas, dijo Cook. Desde entonces, Von Ronne ha tenido dos visitas al aire libre con familiares y tres visitas breves a casas de familiares, en Navidad y en enero y febrero.
Mary Daniel, de 58 años, fundó otro grupo activista, Caregivers for Compromise, después de conseguir un trabajo de medio tiempo en julio en el centro de vida asistida de su esposo en Jacksonville, Florida, la única forma en que podía verlo. Steve Daniel, de 67 años, tiene Alzheimer de inicio temprano y Mary lo visitaba todas las noches antes de la pandemia.
Después que su historia se volviera viral, Daniel creó grupos de Facebook en todos los estados para los cuidadores que querían más acceso a sus seres queridos. Ahora, los capítulos de Caregivers for Compromise en Connecticut, Florida, Illinois, Kentucky, Carolina del Norte, Nueva York, Pensilvania, Tennessee, Texas y West Virginia están activos en la campaña “El aislamiento también mata”.
“Nos estamos impacientando: la calidad de vida de nuestros seres queridos se deteriora todos los días. Mi marido ha sido vacunado y quiere salir a la calle y sentir la luz del sol en la cara. Es hora de volver a abrir y dejarlo vivir el tiempo que le quede con libertad “, dijo Daniel. “No se puede proteger a personas como él para siempre, de todo”.
Esta historia fue producida por KHN, que publica California Healthline, un programa editorialmente independiente de la California Health Care Foundation.