Las crecientes advertencias de que los estadounidenses deben quedarse en casa y evitar las multitudes para detener la propagación del nuevo y letal coronavirus están causando un inconveniente inesperado, y potencialmente siniestro: una caída en el suministro de sangre de la nación.
Ya se han cancelado docenas de donaciones de sangre, y los donantes regulares no se presentan, dijeron funcionarios, especialmente en estados como Washington y California, donde el virus se está propagando más ampliamente dentro de las comunidades y las autoridades de salud están instando a los residentes a evitar eventos públicos para reducir el riesgo.
El brote que en los Estados Unidos ya ha enfermado a 240 personas y ha causado 14 muertes plantea preocupa a los funcionarios de la industria de la sangre, no solo por el control de infecciones, sino también por una disminución en las donaciones. Cada año en el país se recolectan 13 millones de unidades de sangre completa y de glóbulos rojos, que se usan comúnmente en transfusiones para traumatismos, cirugías y manejo de enfermedades.
“Definitivamente es una amenaza para el suministro de sangre”, dijo el doctor Louis Katz, quien lidera la respuesta al brote en AABB, una organización sin fines de lucro que aboga por las transfusiones seguras. “Vamos a perder donantes que tengan miedo de exponerse en público”.
Katz y otros expertos están trabajando para reafirmar a las personas que es seguro donar sangre en medio del brote de COVID-19, y que hay poco riesgo conocido de propagar la enfermedad a través de transfusiones.
Al jueves 5 de marzo por la tarde, el 17% de los centros de sangre que monitorea America’s Blood Centers tenían un suministro de un día o menos. La mayoría de los centros de sangre intentan mantener un inventario de tres a cinco días como mínimo.
El problema es especialmente grave en Seattle, el epicentro de los casos de COVID-19 en el país. El miércoles 4, funcionarios de salud locales emitieron las primeras recomendaciones para las llamadas “estrategias de distanciamiento social”, pidiéndoles a las personas vulnerables que eviten las reuniones públicas, e instando a las empresas a permitir que los empleados trabajen desde sus casas, si es posible.
En Bloodworks Northwest, que recolecta y distribuye sangre a casi 100 hospitales del noroeste, se perdieron más de 200 donaciones a principios de semana después de seis campañas de donación de sangre locales, y se cancelaron más de una docena de citas individuales, dijeron las autoridades. La organización necesita alrededor de 1,000 donantes por día para mantenerse al día con la demanda.
“Estamos un poco preocupados”, dijo la doctora Kirsten Alcorn, directora médica de servicios de sangre de la organización. “Sabemos que los grupos están cancelando y reprogramando fechas para más adelante”.
Las cancelaciones también son una preocupación creciente en Vitalant, que opera 125 centros de sangre en todo el país, dijo el doctor Ralph Vassallo, su director médico y científico. Vitalant recolecta sangre en varios de los casi 20 estados con casos confirmados de COVID-19.
“California, Arizona y el estado de Washington son los más afectados hasta ahora”, dijo Vassallo. “Los organizadores de donaciones están pidiendo posponerlas hasta que el riesgo de coronavirus disminuya”.
En San Bernardino, California, un evento de donación sangre que esperaba atraer a 500 donantes se canceló inesperadamente, dijo.
Los ciudadanos tienen dos preocupaciones clave sobre el suministro de sangre: si los donantes potenciales tienen un mayor riesgo de contraer infecciones como COVID-19 al donar; y si los donantes infectados con coronavirus corren el riesgo de contaminar el suministro de sangre.
Varios expertos entrevistados dijeron que, según la evidencia disponible, el riesgo de propagación del nuevo virus a través de la sangre y los componentes sanguíneos parece bajo. Un estudio preliminar de casos en China mostró que aproximadamente el 15% de los pacientes enfermos tenían marcadores genéticos del virus en su plasma sanguíneo o suero, según un informe del 25 de febrero del comité de enfermedades transmitidas por transfusión de AABB.
“No hay datos que sugieran que ninguno de estos virus se transmite por transfusión”, dijo Katz.
En el condado de Santa Clara, California, donde se está propagando el virus del SARS-CoV-2, que causa el COVID-19, la doctora Suchi Pandey, directora médica del Centro de Sangre de Stanford, está trabajando para disipar los temores de que la sangre implique un riesgo para los donantes y el personal.
“Los eventos de donación de sangre no son reuniones masivas”, dijo.
Pandey enfatizó que donar sangre es tan seguro como siempre. Desde principios de febrero, siguiendo el consejo de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), los centros de sangre han diferido a las personas consideradas en riesgo de contraer infecciones por COVID-19.
Las personas no deben donar sangre si están enfermas, si tienen fiebre, si tienen un alto riesgo de infecciones por COVID-19 o si se sospecha o se les diagnostica el virus. Se les pide a las personas que, si donaron sangre y luego se enferman, avisen de inmediato al centro de sangre.
Después de la donación, la sangre se separa en glóbulos rojos, plaquetas y plasma y se analiza para detectar enfermedades infecciosas. Debido a que este coronavirus es nuevo, no hay pruebas de detección en sangre. Las unidades están etiquetadas, almacenadas y distribuidas. Las plaquetas tienen una vida útil de aproximadamente cinco días; Los glóbulos rojos se pueden almacenar durante 42 días.
Los coordinadores de centros de sangre y de donaciones pueden reducir el riesgo al mantener a los donantes más separados, limpiar áreas y equipos a fondo y asegurarse que el personal y los pacientes se laven las manos, dijo Vassallo.
“Mientras habla de esto, recuerda, la donación de sangre es crítica”, dijo. “Podemos practicar un buen distanciamiento social y, al mismo tiempo, no devastar el suministro de sangre por una reacción exagerada”.
No obstante, la situación está llevando a los funcionarios a revisar los planes de preparación implementados después de la pandemia de gripe H1N1 de 2009, que también generó temores sobre una caída en el inventario de productos sanguíneos. Los brotes afectan a los donantes que se quedan en casa o se enferman, y también al personal que no puede venir a trabajar.
Podrían limitarse las cirugías electivas si el suministro de sangre se agota. En situaciones severas, los funcionarios de salud podrían priorizar el uso de sangre en aquellos pacientes que más la necesitan.
La clave es estar preparado para lo que suceda, finalizó Katz.