Cuando Corinne Standefer se retire este mes como voluntaria de Lane Bloodworks en Eugene, Oregon, habrá donado 37 años de su vida y casi 19 galones de sangre.
La mujer, de 89 años, donó sangre por primera vez hace décadas para ayudar a una amiga con cáncer.
“Comencé a venir cuando me llamaron para preguntarme si quería seguir donando sangre”, recordó.
“Y así fue que cada ocho o nueve semanas, con la frecuencia permitida, Standefer se remangaba la camisa para convertirse con el tiempo en uno de esos valiosos donantes de edad madura que aportan la mayor parte del suministro de sangre de los Estados Unidos. Casi el 60% de las donaciones de sangre provienen de personas mayores de 40 años, y casi el 45%, de mayores de 50, según la AABB, una organización internacional sin fines de lucro centrada en la medicina transfusional y terapias celulares. Pero hay un problema. Al igual que Standefer, muchos están envejeciendo y dejan de donar. Y, según los expertos, hay muy pocos jóvenes haciendo fila para reemplazarlos.
“Las generaciones más viejas parecían haber interiorizado el mensaje de que siempre tenemos que tener suficiente suministro de sangre en los bancos”, dijo el doctor James AuBuchon, presidente y director ejecutivo de Bloodworks Northwest en Seattle.
“Las generaciones más jóvenes parecen estar menos conectadas con ese mensaje”. Para las personas que crecieron durante la Segunda Guerra Mundial —y sus hijos, los “baby boomers”— la donación de sangre era un deber cívico que se convirtió en un hábito de por vida. “Donar era algo cultural”, dijo Marie Forrestal, presidenta de la Asociación de Profesionales de Reclutamiento de Donantes (ADRP, por sus siglas en inglés) una división de America’s Blood Centers.
Sin embargo, esa norma cultural ha cambiado, y durante casi una década los bancos de sangre se han centrado en el reclutamiento de adolescentes y adultos jóvenes, a menudo a través de campañas en la escuela secundaria y la universidad.
“Estamos tratando de captar a las personas mayores de 16 años”, dijo Forrestal. La táctica ha tenido éxito: los de los grupos de edad más jóvenes —de 16 a 18 y de 19 a 22— representan ahora alrededor del 20% de todas las donaciones.Pero no es suficiente para compensar la menor participación entre las personas de más de 20 y 30 años con las que puede ser más difícil de establecer la comunicación, que se mudan más y están menos inclinadas a donar que otras generaciones.
Menos del 10% de las donaciones de sangre provienen de personas de 23 a 29 años, con un poco más del 12% de personas de 30 años. “A veces vemos que vuelven cuando la vida los golpea al entrar en sus 40 años”, dijo Forrestal. De la misma manera que los datos demográficos de los donantes han cambiado, también lo ha hecho la sed de sangre de los Estados Unidos.
En general, el uso de sangre ha disminuido en cerca de un tercio en la última década, en gran parte debido a mejoras en la técnica quirúrgica y un enfoque en la conservación de la sangre, comentó AuBuchon. Las cerca de 13,1 millones unidades de sangre completa y glóbulos rojos utilizadas en transfusiones en 2013 representaron un descenso del 4,4% en comparación con 2011, según un reciente análisis de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC).
Pero la caída en el número de donantes ha sido más severa. Las cifras más recientes no están disponibles, pero AuBuchon, ex presidente de AABB, estima que alrededor de 11 millones de unidades de sangre fueron donadas el año pasado, frente a más de 14,2 millones recolectadas en 2013. AuBuchon estima que el número de donantes ha caído de 6,8 millones a alrededor de 6 millones en ese período. “Es cada vez más difícil mantener esta pequeña cantidad de sangre en el estante”, dijo AuBuchon. “Existe una preocupación considerable por la estabilidad del sistema de sangre”.
Hay áreas concretas del país que sufren con frecuencia escasez esporádica durante las temporadas que históricamente registran bajos niveles de donaciones: vacaciones de verano y de invierno, la estación de la gripe. Pero esas carencias podrían empeorar si no se encuentran nuevos donantes, dijo AuBuchon. La clave para motivar a los donantes más jóvenes es la innovación, dijo Forrestal, quien supervisa la contratación de donantes para New Jersey Blood Services, una división del New York Blood Center.
“Facebook era donde había que estar hace cuatro o cinco años. Ahora es mucho más Instagram y [el tono] tiene que ser interesante y pegadizo”, dijo.
El verano pasado, el equipo de Forrestal atrajo a los jugadores de Pokémon Go a un centro de sangre. Este año se han asociado con Whole Foods para traer camiones para donar al estacionamiento de la cadena de supermercados. Sin embargo, hay momentos en que los donantes, entre ellos muchos jóvenes, dicen presente de manera masiva. Forrestal recordó que las filas fueron de cuadras y cuadras después del tiroteo en la discoteca Pulse en Orlando. La parte difícil llega cuando el interés disminuye después de una crisis.
“Después del 11 de septiembre, tuvimos filas en el centro de donantes que duraron hasta la noche”, dijo Forrestal. “Unas dos mil personas dijeron que tenían la intención de seguir donando sangre. Pero sólo entre el 2% y el 5% de ellos regresó”.
Una donante como Courtney Stokes, de 19 años, de Bellingham, Washington, es tal vez la mejor esperanza para evitar la escasez de sangre en el futuro. Ella organizó varios eventos de donación cuando era estudiante de secundaria y donó casi un galón de sangre durante ese tiempo. Stokes tranquiliza a los amigos de su edad que pueden tener miedo de las agujas o sentir preocupación de que el técnico no sea capaz de encontrar una vena.
“Les digo que cada donación salva tres vidas”, dijo citando a expertos.Pero ella se guarda otro as en la manga: “Lo cierto es que lo único que hago es decirle a la gente que damos comida gratis”, dijo Stokes. “Galletas Goldfish, jugo de manzana. Eso por lo general es suficiente para atraerlos”.
Esta historia fue producida por Kaiser Health News, un programa editorial independiente de la Kaiser Family Foundation.