La primavera pasada, a solo unas semanas del inicio de la pandemia, Christina García pasaba sus días luchando por ayudar a sus dos hijos pequeños a adaptarse a la educación virtual, cuando tuvo una menstruación tan intensa y dolorosa que apenas podía mantenerse en pie.
Después de unos días, su visión comenzó a nublarse y estaba tan débil que ni siquiera podía abrir un frasco.
Para ese entonces, el consultorio de su ginecólogo-obstetra, como la mayoría, estaba cerrado, y la mujer se sentía aterrorizada por la posibilidad de pasar horas esperando en una sala de emergencias, junto a personas que podrían tener covid.
Cuando llegó a la clínica de atención de urgencia OB-GYN Bascom, recién inaugurada en el Centro Médico del Valle de Santa Clara, con una almohada apretada contra su barriga, García estaba pálida y deshidratada por la pérdida de sangre, y convencida de que se estaba muriendo.
“Si no hubiera ido a la clínica en ese momento, creo que las cosas podrían haber terminado de manera muy diferente”, dijo García, de 34 años, quien se sometió a una histerectomía de emergencia por fibromas uterinos.
Su historia ilustra una brecha de larga data en la atención médica de la mujer. Durante años, muchas mujeres con afecciones comunes pero urgentes, como infecciones dolorosas del tracto urinario o sangrado excesivo después de un aborto espontáneo, se han enfrentado a la sombría elección de esperar semanas para una cita médica, o pasar horas en la sala de espera de una emergencia.
Las clínicas de atención de urgencia especializadas en ginecología y obstetricia han comenzado a surgir en todo el país en los últimos años, y la pandemia de covid ha aumentado la demanda.
Si bien no hay datos disponibles sobre el número de estas clínicas, son parte de un renovado interés en las clínicas de atención de urgencia en general y en otros modelos alternativos como las clínicas dentro de mercados o tiendas (retail clinics) y las denominadas nuevas empresas de atención médica digital. Una de ellas, la startup de salud femenina con sede en Nueva York Tía, ganó $24 millones en fondos de capital de riesgo la primavera pasada y está abriendo espacios físicos en todo el país.
“Está claro que, para los consumidores, el acceso y la comodidad son cada vez más importantes que ver a un proveedor específico”, dijo Rob Rohatsch, director médico de Solv, una aplicación que reserva citas de atención de urgencia.
La Urgent Care Association ha informado de un aumento constante de las visitas de personas que utilizan las clínicas de sus miembros, que no requieren de cita previa, como alternativa a las salas de emergencia de los hospitales. El tráfico a estas clínicas ha aumentado durante el año pasado, según Solv.
La clínica de Bascom había sido el sueño de una década de las doctoras Cheryl Pan y Anita Sit, dos ginecólogas-obstetras del Centro Médico del Valle de Santa Clara, un hospital público en expansión que sirve como centro regional de trauma: trata casos críticos como accidentes de autos y víctimas de armas de fuego, pero relega a largas esperas a personas que sufren problemas que son menos riesgosos para la vida.
“Las mujeres, tal vez embarazadas o sangrando, podrían estar sentadas allí de 12 a 14 horas, dependiendo del momento del día”, dijo Pan.
Después del inicio de la pandemia, a los médicos les preocupaba que las mujeres con problemas graves, o incluso mortals, como el de García pudieran no buscar tratamiento por temor a contraer covid.
Las visitas a urgencias se desplomaron un 42%, un porcentaje sin precedentes, en los primeros meses de la pandemia, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).
Un informe de junio de los CDC señaló que, si bien el número de visitas a la sala de emergencias por ataques cardíacos había aumentado, las visitas por dolor de pecho inespecífico habían disminuido, lo que sugiere que las personas podrían estar arriesgando sus vidas al evitar ir al hospital.
“Puedes imaginar que una mujer con tres hijos en casa podría estar aún más asustada”, dijo Sit. “No podíamos seguir enviando mujeres que tenían abortos espontáneos a esperar horas en la carpa de covid”.
En cambio, las mujeres ahora pueden ser evaluadas por teléfono y atendidas en uno o dos días en la clínica de atención de urgencia OB-GYN Bascom, de la misma manera que lo harían en su sucursal local de Planned Parenthood, para obtener anticonceptivos o una prueba para enfermedades de transmisión sexual.
Bascom está equipada para tratar afecciones que van desde las náuseas matutinas graves hasta los embarazos ectópicos que requieren cirugía de emergencia. En su primer año, la clínica ha tratado a unas 1,300 mujeres y ha servido de respaldo a las clínicas locales que brindan servicios básicos de salud reproductive, en condados a cientos de millas de distancia.
Sin embargo, todavía está en su fase piloto, operando de lunes a viernes de 8:30 am a 5 pm, lo que “deja una gran cantidad de horas en las que no podemos atender a las mujeres”, reconoce Sit.
Un puñado de otras clínicas han llevado el concepto de atención de urgencia para mujeres un paso más allá. La doctora Miriam Mackovic dirige Complete Women Care, una cadena de cuatro clínicas en el área de Los Ángeles que también tiene un centro de atención de emergencia en Long Beach, que cuenta con personal las 24 horas del día, los 7 días de la semana, con una enfermera especializada y equipado con un laboratorio y una farmacia.
Las mujeres suelen ser atendidas en 30 minutos, según Mackovic, y cada paciente recibe una llamada de seguimiento al día siguiente.
Una mujer que se presentó en una de las clínicas de Complete Women Care dijo que, después de buscar desesperadamente tratamiento en una sala de emergencias un sábado por la noche por una desagradable infección por hongos, recibió una factura de $1,500.
“En medio de la noche, los centros de atención de urgencia están cerrados. Los consultorio de ginecología y obstetricia definitivamente están cerrados. Entonces, ¿cuál es tu opción excepto la sala de emergencias?”, se preguntó Mackovic, quien es ginecóloga-obstetra, pero también tiene un título en administración de negocios.
Mackovic contó historias de pacientes que llegaron a sus clínicas desde lugares tan lejanos como Arizona y Nevada después de sufrir durante semanas mientras intentaban programar operaciones de rutina para ovarios torcidos o quistes uterinos.
“Los avances médicos están aquí. La mayoría de las emergencias se pueden resolver de forma ambulatoria: una mujer puede someterse a una histerectomía con solo una incisión pequeña y regresar a casa el mismo día”, dijo Mackovic. “Pero una mujer que ha tenido un aborto espontáneo llama a su ginecólogo, que le dice que no tiene citas disponibles durante semanas, así que va a la sala de emergencias y el médico le dice: ¿Te estás muriendo? ¿No? entonces, haz un seguimiento con tu ginecólogo”.
Las tarifas para las pacientes que no tienen seguro, alrededor del 20% de la clientela de Mackovic, van desde $100 hasta alrededor de $600, dijo.
Las mujeres en los Estados Unidos han estado por años a la zaga de las de otros países ricos tanto en su acceso a la atención médica como en su estado de salud. Estados Unidos tiene la tasa de mortalidad materna más alta entre las naciones desarrolladas.
Algunas mujeres ven a un médico solo en caso de emergencia.
“Hemos diagnosticado tantos cánceres en los últimos años porque las mujeres fueron a una cita por otro motivo”, dijo la doctora Adeeti Gupta, fundadora y directora ejecutiva de una cadena de clínicas abiertas todos los días en la ciudad de Nueva York llamada Walk In Gyn Care que brinda atención integral, sin tener que hacer una cita.
Las tres clínicas de Gupta han estado creciendo de manera constante desde que las abrió hace siete años, en gran parte debido a la frustración por la espera de meses para una cita en su propia consulta de ginecología y obstetricia en Queens. Pero después de que el coronavirus golpeó duramente a la ciudad, ha visto un aumento en los pacientes: 40% en una sola instalación.
El país necesita una atención médica femenina más accesible e integral para tratar todo, desde los dolores menstruales de las adolescentes hasta los sofocos de las abuelas posmenopáusicas, dijo Gupta.
Y agregó: “Lo que pasa con las mujeres es que sus problemas nunca terminan”.
Esta historia fue producida por KHN, que publica California Healthline, un servicio editorialmente independiente de la California Health Care Foundation.