WALDEN, Colorado – El edificio donde estaba la farmacia de este pueblo de menos de 600 habitantes es ahora un restaurante de barbacoa. Aquí, Larry Holtman sirve pecho de res ahumado y fricasé de cerdo, en el mismo mostrador en el que los farmacéuticos dispensaban medicamentos vitales hace más de 30 años.
Es una hora de viaje por los traicioneros pasos de montaña hasta Laramie, Wyoming, o Granby o Steamboat Springs, Colorado, hasta las farmacias más cercanas. Las rutas de salida del valle en el que se encuentra Walden se cierran con regularidad debido a las fuertes nevadas invernales, lo que hace que los residentes no puedan salir, y que los medicamentos no puedan entrar.
Walden ha sufrido el destino de muchos pueblos pequeños de Estados Unidos, ya que la economía del negocio farmacéutico ha dificultado la supervivencia de las farmacias comunitarias. Cuando las grandes cadenas farmacéuticas compran farmacias independientes para controlar, cada vez más, la cadena de suministro; pueblos como Walden tienen muy pocos residentes para atraer a una cadena, y carece de atractivo para los farmacéuticos dispuestos a emprender por su cuenta.
Al no tener acceso local a los medicamentos recetados, este pueblo de ganaderos y agricultores de heno ha creado un sistema de reparto, aprovechando el viaje de cualquier residente a las grandes ciudades para comprar los medicamentos que se necesitan en el pueblo.
“Se trata de una red comunitaria de personas que tienden la mano porque saben que otros lo necesitan”, dijo Tina Maddux, que dirige una organización sin fines de lucro que proporciona alimentos y otras ayudas en Walden. “Somos una comunidad que se une por el bienestar de todos”.
El sistema es una manera creativa de las comunidades rurales para hacer frente a la falta de atención sanitaria.
En Walden, el centro de adultos mayores organiza un servicio de transporte regular a localidades más grandes, para que los residentes de más edad no tengan que conducir para comprar alimentos, visitar al médico o reponer sus medicamentos. En octubre, una farmacia de Steamboat Springs empezó a repartir medicamentos en Walden una vez a la semana. Las farmacias de pedidos por correo pueden ayudar con los medicamentos para las enfermedades crónicas, pero no para las graves.
Sin embargo, estas soluciones no pueden sustituir a una farmacia de ladrillo, ya que los farmacéuticos hacen mucho más que contar pastillas. Pueden administrar vacunas contra la gripe o covid y, en algunos estados, como Colorado, incluso recetar anticonceptivos. Algunos organizan programas de control de la diabetes o para dejar de fumar. Los medicamentos pueden ser complicados y, sin una persona con la que hablar, los pacientes pueden tener dificultades para tomarlos correctamente.
En Walden, una tormenta de nieve, o cualquier percance, puede privar a sus habitantes de sus medicamentos.
Esa incertidumbre hace que Whitney Milek viva en constante estado de ansiedad. Su hijo menor, Wade, de 8 años, depende de la medicina para controlar sus convulsiones. Suele recoger sus medicamentos en Laramie, donde la familia hace sus grandes compras. Pero cuando necesita reponer las medicinas, pide ayuda a sus vecinos.
Este sistema informal funciona principalmente a través de un grupo de Facebook creado en 2013, como una especie de venta de garaje en línea. Desde hace años, los usuarios publican mensajes para preguntar quién va a una farmacia para traer una receta. Los vecinos hacen entregas a otros vecinos, incluso durante la pandemia, y no se intercambia dinero.
“A veces no viaja nadie y tienes que pedir que te las envíen por correo, que puede ser un problema, sobre todo con los medicamentos para las convulsiones”, explicó Milek. “Algunos son sustancias controladas y no se pueden enviar por correo”.
Hace dos inviernos, Milek llamó a una farmacia de Steamboat Springs para pedir una de las recetas de su hijo. Pero cuando llegó, el medicamento estaba agotado. Con el rápido empeoramiento de las condiciones de la carretera, preguntó si la farmacia podía enviar la medicación por correo, pero le dijeron que vivía demasiado cerca para eso. Recurrió a una farmacia de Laramie, que finalmente accedió a enviárselo, pero tampoco lo tenía en stock.
“Así que acabó pasando cinco días sin su medicina”, contó Milek. “No es un gran problema si se pierde una dosis cada tanto. Pero cuando te saltas tantas durante un periodo de tiempo, tu nivel de tolerancia disminuye”.
Esa medicación debe administrarse cuidadosamente para que se acumule gradualmente en la sangre de Wade y evitar así una reacción alérgica grave. Tardó tres semanas en aumentar su dosis diaria cuando empezó a tomar el medicamento hace dos años.
“Cuando pasó cinco días sin la medicación, tuvo que empezar de nuevo. Fue durante las vacaciones de Navidad, así que no estaba en la escuela. Me lo traje al trabajo porque no me sentía cómoda dejándolo con nadie más”, dijo Milek, que trabaja de contadora. “No sabía qué iba a pasar”.
Por fortuna, Wade no tuvo complicaciones esa vez. Pero el hecho de que una farmacia local envíe los medicamentos por correo conlleva costos añadidos —$26 por una receta el mes pasado—, un impuesto extra para quienes no pueden acudir a una farmacia. Las farmacias de pedidos por correo no suelen cobrar por el envío, pero también pueden tener problemas.
El año pasado, algunos de los medicamentos de Wade enviados por correo se quedaron atascados en un centro de procesamiento de Denver durante tres semanas. Los Milek tuvieron que pagar $1,600 de su propio bolsillo para conseguir los repuestos.
Walden no tiene hospital, sino una pequeña clínica en la que la doctora Lynnette Telck y una enfermera atienden a los residentes. La clínica dispone de algunos medicamentos básicos para atender las necesidades de rutina —antibióticos para la faringitis estreptocócica, inhaladores para el asma— y pueden mezclar suspensiones líquidas para aquellos que no pueden tragar pastillas.
“Es un pueblo pequeño, así que todos llevamos muchos sombreros”, dijo Telck.
Los estudios demuestran que, sin una farmacia cercana, los pacientes no suelen estar al día con sus medicamentos y sus enfermedades crónicas pueden empeorar. Sin medicamentos de fácil acceso, según Telck, los pacientes pueden acabar yendo en ambulancia a una emergencia.
“Es muy caro para el sistema”, señaló.
Walden se promociona como la capital del avistamiento de alces en Colorado y es una meca de la caza, la pesca y las motos de nieve. Pero Telck dijo que podría ser difícil atraer a un farmacéutico porque el pueblo carece de servicios como cines y centros comerciales.
“Es un lugar prístino y maravilloso a su manera, y nos encanta”, aseguró. “Pero no hay mucha gente que quiera venir a las zonas rurales. Los salarios no son tan altos como en las grandes ciudades”.
Middle Park Health, el sistema hospitalario con sede en Granby que gestiona la clínica de Walden, había estudiado la posibilidad de poner una farmacia más completa en la clínica, pero no pudo encontrar un profesional para atenderla.
“¿Ya no es un negocio rentable y deseable? Es mucho más difícil que hace una o dos décadas”, indicó Gina Moore, decana de la Escuela de Farmacia de la Universidad de Colorado. “Uno sale de ocho años de universidad —cuatro de licenciatura y cuatro de farmacia— con una deuda estudiantil bastante importante. Es muy difícil ir a una comunidad rural donde no ganas nada de dinero”.
En los pueblos que carecen de urgencias o de una clínica abierta hasta tarde, los farmacéuticos se convierten a menudo en el último recurso sanitario. Indican a los pacientes si tienen que hacer el largo camino hasta un hospital a última hora de la noche o si pueden esperar hasta la mañana.
“A menudo, el paciente acude a la farmacia como primer punto de acceso a la atención sanitaria”, afirmó Moore. “A nuestros farmacéuticos se les enseña a entender y a ser capaces de aconsejar a la gente sobre lo que se puede tratar con medicamentos de venta libre frente a cuándo hay que acudir a un proveedor de mayor nivel o a una atención urgente”.
Los investigadores del Instituto de Investigación sobre Políticas Rurales de la Universidad de Iowa, han documentado cómo las cosas están cada vez más en contra de las farmacias comunitarias.
“Ya no es un modelo de negocio realmente atractivo”, expresó Keith Mueller, director del instituto.
En 2013, encontraron que los nuevos planes de medicamentos de la Parte D de Medicare daban lugar a reembolsos bajos y tardíos, sustituyendo los pagos directos de los clientes. Esto hizo que muchas farmacias no pudieran obtener beneficios. En 2018, las encuestas mostraron que las farmacias sufrían más con el estrecho margen entre lo que pagaban por los medicamentos y lo que les reembolsaban los planes de salud.
Los pueblos de más de 10,000 habitantes suelen contar con al menos un Walmart o una farmacia de supermercado, dijo Mueller.
“Pero si nos adentramos en comunidades más pequeñas, la modalidad predominante había sido la farmacia de la esquina”, añadió. “No estamos viendo que las farmacias independientes cerradas se sustituyan por un CVS, Rite Aid o Walgreens”.
Los Milek han hablado sobre si deberían mudarse cerca de su familia en Wyoming para estar más cerca de un hospital y una farmacia.
“Cuando no puedes llegar a una farmacia, da miedo, porque las cosas pueden pasar muy rápido”, dijo Milek. “La gente no tiene idea de cómo es vivir así”.
Esta historia fue producida por KHN (Kaiser Health News), la redacción de KFF (Kaiser Family Foundation), que produce periodismo en profundidad sobre temas de salud. Junto con Análisis de Políticas y Encuestas, KHN es uno de los tres principales programas de KFF. KFF es una organización sin fines de lucro que brinda información sobre temas de salud a la nación.