Universidad favorece un costoso programa de doctorado para enfermeras parteras en plena crisis de la atención materna

A digital illustration of a pregnant woman holding stomach in clinic exam room.

Uno de los dos programas de formación de enfermeras parteras de California ha dejado de admitir estudiantes mientras renueva su plan de estudios para ofrecer sólo doctorados, una medida que ha generado protestas de ex alumnos, expertos en políticas de salud y profesores que acusan a la Universidad de California (UC) de anteponer beneficios económicos a las necesidades de salud pública.

La prestigiosa escuela de enfermería de la UC-San Francisco graduará a su última promoción de enfermeras parteras la próxima primavera.

Luego, la universidad cancelará su programa de máster de dos años en enfermería obstétrica, junto con otras disciplinas de enfermería, en favor de un doctorado en enfermería de tres años, o DNP.

El cambio pondrá entre paréntesis la formación de enfermeras parteras que la UCSF ha impartido durante casi cinco décadas, al menos hasta 2025, y duplicará con creces el costo para los estudiantes.

Mia Bonta, legisladora de la Asamblea Estatal que preside el comité de salud, dijo que estaba “descorazonada” al saber que la UCSF cancelaba su programa de maestría en enfermería obstétrica y temía que el tiempo y los costos adicionales para obtener un doctorado disuadieran a futuros postulantes.

“En lugar de agregar obstáculos, tenemos que construir y ampliar un canal de proveedores cultural y racialmente competentes para apoyar la mejora de los resultados del parto, especialmente para las parturientas afroamericanas y latinas”, expresó Bonta en un correo electrónico.

El cambio a la formación doctoral forma parte de un movimiento nacional que exige que todas las enfermeras registradas de práctica avanzada, incluidas las enfermeras parteras y las especializadas, obtengan títulos de doctorado, según declaró Kristen Bole, vocera de la UCSF. La formación doctoral incluirá clases adicionales sobre liderazgo y mejora de la calidad en la atención.

Sin embargo, este movimiento, que se remonta a 2004, no se desarrolló de la forma que imaginó la Asociación Estadounidense de Facultades de Enfermería cuando pidió que, para 2015, tener un doctorado fuera obligatorio para practicar la enfermería especializada. Ese plazo se cumplió.

Ahora, la acuciante necesidad de profesionales de salud materna hace que algunas universidades se muevan en otra dirección.

Este año, la Universidad Rutgers restableció la formación de máster en enfermería obstétrica que había eliminado en 2016. La Universidad de Alabama-Birmingham también reinició su programa de máster en enfermería obstétrica en 2022, tras un paréntesis de 25 años. Además, la Universidad George Washington de Washington, DC, la Universidad Loyola de Nueva Orleans y la Universidad de Nevada-Las Vegas agregaron formación de máster en enfermería obstétrica.

La UCSF calcula que la matrícula y las tasas costarán $152,000 por un doctorado de tres años en obstetricia, frente a los $65,000 de un máster de dos años. Los estudios muestran que el 71% de los estudiantes de máster en enfermería y el 74% de los estudiantes de doctorado en enfermería dependen de préstamos estudiantiles, y las enfermeras con doctorado ganan igual o poco más que las que tienen un máster.

Kim Q. Dau, que dirigió el programa de enfermería obstétrica de la UCSF durante una década, dimitió en junio porque se sentía incómoda con la eliminación del máster en favor de un requisito de doctorado que, según dijo, contradice las necesidades de mano de obra del estado y es innecesario para la práctica clínica.

“Estarán igualmente preparadas clínicamente, pero a un costo mayor para el estudiante y con una mayor inversión de tiempo”, expresó Dau.

Las enfermeras parteras son enfermeras tituladas en enfermería obstétrica. Con licencia en los 50 estados, trabajan especialmente en hospitales y pueden practicar abortos y recetar medicamentos, aunque también están capacitadas para tratar el dolor del parto con duchas, masajes y otros medios naturales. En cambio, las parteras o comadronas tituladas estudian obstetricia a nivel de postgrado fuera de las escuelas de enfermería y sólo están autorizadas en algunos estados. Las parteras profesionales tituladas atienden partos fuera de los hospitales.

La Asociación de Enfermeras Obstetras de California también criticó el cambio de programa de la UCSF, que se produce en medio de una crisis nacional de mortalidad materna, una grave escasez de proveedores de obstetricia y una creciente dependencia de las parteras.

Según el informe “White House Blueprint for Addressing the Maternal Health Crisis” (Plan de la Casa Blanca para abordar la crisis de salud materna) de 2022, Estados Unidos tiene la tasa de mortalidad materna más alta de todos los países desarrollados y necesita miles de parteras más y otros proveedores de salud para la mujer que reduzcan la creciente brecha.

Ginger Breedlove, fundadora y CEO de Grow Midwives, una consultora nacional, comparó el cambio de la UCSF de la formación de máster a la de doctorado con “un terremoto”.

“¿Por qué estamos retrasando la entrada de proveedores de cuidados esenciales haciéndoles cursar un año más de estudios, que no agrega nada a su preparación clínica ni a su seguridad para servir a la comunidad?”, se preguntó Breedlove, ex presidenta del American College of Nurse-Midwives (ACNM, Colegio Profesional de Enfermeras Parteras). “Resulta incomprensible que hayan elegido hacer esto durante la peor escasez de mano de obra combinada con la peor crisis de salud materna que hemos tenido en 50 años”.

Un informe de 2020 publicado en Nursing Outlook no encontró que las enfermeras registradas de práctica avanzada con doctorados fueran más competentes clínicamente que las que tenían maestrías. “Por desgracia, hasta la fecha, los datos son escasos”, concluyó el informe.

El ACNM también denunció el requisito del doctorado, al igual que las asociaciones profesionales de enfermeras neonatales, citando “la falta de pruebas científicas de que… la formación a nivel de doctorado sea beneficiosa para los pacientes, los profesionales o la sociedad”.

Según Breedlove, no hay pruebas de que las enfermeras obstétricas con doctorado proporcionen mejores cuidados.

“Se busca beneficio económico, no un mejor resultado”, agregó.

Bole rebatió la acusación de lucro hecha por Breedlove. Consultada por las razones del cambio, ofreció declaraciones generales: “La decisión de actualizar nuestro programa se tomó para garantizar que nuestros graduados estén preparados para los retos a los que se enfrentarán en el cambiante campo de la salud”.

Al igual que Breedlove, Liz Donnelly, vicepresidenta del comité de políticas de salud de la Asociación de Enfermeras Parteras de California, teme que el cambio de la UCSF a un título de doctorado agrave la doble crisis de la mortalidad materna y la disminución del personal de obstetricia en California y en el país.

En promedio, de 10 a 12 enfermeras obstetras se han graduado del programa de maestría de la UCSF cada año durante la última década, según Bole. El programa de máster en enfermería obstétrica que queda en California está en la Universidad Estatal de California en Fullerton, (CSU-Fullerton), al sur de Los Angeles, en donde se graduaron ocho enfermeras obstétricas el año pasado, y 11 este año.

Más de la mitad de los condados rurales de Estados Unidos carecieron de atención obstétrica en 2018, según un informe de la Oficina de Rendición de Cuentas del Gobierno.

En algunas áreas de California, las futuras madres deben conducir dos horas para recibir atención, señaló Bethany Sasaki, quien dirige Midtown Nurse Midwives, un centro de nacimientos en Sacramento que ha tenido que dejar de aceptar nuevas pacientes porque no encuentra comadronas.

Donnelly predijo que el cierre del programa de la UCSF reducirá significativamente el número de enfermeras parteras que se incorporen al mercado laboral, e impedirá que las personas con menos recursos asistan al programa. “En concreto, creo que se reducirá el número de personas de color, de comunidades rurales y de comunidades pobres”, afirmó.

El cambio de la UCSF también afectará con toda probabilidad los esfuerzos por formar a proveedores con una herencia diversa.

Natasha, afropuertorriqueña, de 37 años y madre de dos hijos, lleva una década preparándose para ser enfermera partera y poder ayudar a mujeres como ella durante el embarazo y el parto. Pidió que sólo se la identificara por su nombre de pila por miedo a reducir sus posibilidades de ser admitida en una escuela de posgrado.

La pausa del programa de la UCSF, más el tiempo y los gastos que se suman para obtener un doctorado, han enturbiado su trayectoria profesional.

“El máster era el programa perfecto”, afirmó Natasha, que vive en la zona de la Bahía de San Francisco y no puede viajar al otro extremo del estado para asistir a CSU-Fullerton. “Estoy frustrada y me siento desmoralizada. Ahora tengo que buscar otra carrera”.

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