Un estudio realizado en Oregon sugiere que los paramédicos de emergencias pueden tratar a los pacientes de minorías de manera distinta a la que tratan a los blancos no hispanos.
Investigadores hallaron que los pacientes de raza negra analizados en el estudio tuvieron un 40% menos de chances de recibir medicamentos para el dolor que los blancos no hispanos.
Jamie Kennel, jefe de los programas de servicios médicos de emergencia en la Oregon Health and Science University y el Oregon Institute of Technology, dirigió la investigación, que se presentó en diciembre en un simposio en Orlando, Florida
Para el trabajo, los investigadores recibieron fondos del departamento de Servicios Médicos de Emergencia de Oregon y la Oficina de Salud Rural del estado.
Los investigadores dicen que la discriminación abierta por parte de paramédicos es algo raro, e ilegal. Agregan que es posible que haya una suerte de prejuicio inconsciente.
Hace unos años, Leslie Gregory era una de las pocas mujeres técnicas de emergencias médicas de raza negra que trabajaban en el condado de Lenawee, en Michigan. Dijo que, en base a su experiencia, los hallazgos del estudio son ciertos.
Recordó una llamada en particular: el paciente se había caído y sentía dolor. Cuando los paramédicos llegaron a la casa, Gregory vio que el paciente era de raza negra. Y ahí fue cuando escuchó la queja de uno de sus colegas.
“Creo que fue algo como: ‘Oh, Dios mío. Aquí vamos de nuevo ‘”, dijo Gregory. Le preocupaba, entonces, como ahora, que, porque el paciente era de raza negra, su colega asumiera que estaba simulando el dolor para que le dieran medicamentos.
“Estoy absolutamente segura que fue inconsciente”, agregó Gregory, quien ahora vive y trabaja en Portland, Oregon, donde fundó una organización sin fines de lucro para crear conciencia sobre las disparidades raciales en la atención médica. “En ese momento, recuerdo que me sentí estresada y pensé: “Ahora voy a tener que pelear con mi colega por más analgésicos”.
El sesgo inconsciente puede ser sutil, pero, como muestra este nuevo informe, puede ser uno de los factores detrás de las disparidades de salud vinculadas a la raza que se registran en los Estados Unidos.
El estudio examinó 104,000 historias clínicas de pacientes que fueron traslados en ambulancia o atendidos por paramédicos de 2015 a 2017. Encontró que los pacientes de minorías tenían menos probabilidades de recibir morfina y otros medicamentos para el dolor en comparación con los pacientes blancos no hispanos, independientemente de los factores socioeconómicos, como si tenían o no seguro médico.
Durante un cambio de turno en la sede de American Medical Response en Portland, los técnicos de emergencias médicas y los paramédicos discutieron el problema con un reportero mientras preparaban sus equipos.
Jennifer Sanders, quien ha sido paramédica durante 30 años, insistió en que la raza del paciente no impacta en su trabajo. “Nunca he tratado a nadie de manera diferente”, aseguró.
La mayoría de los trabajadores de emergencia entrevistados, entre ellos Jason Dahlke, dijeron que la raza no afecta el tratamiento que brindan. Pero Dahlke también dijo que él y algunos de sus compañeros de trabajo están pensando profundamente en el prejuicio inconsciente.
“Históricamente, es la forma en que este país ha sido”, dijo Dahlke. “Al principio teníamos esclavitud, después segregación… te puedes perder en una gran escala macro, pero sí. Está allí”.
Cuando se le preguntó por dónde creía que se podía deslizar el prejuicio inconsciente, Dahlke habló sobre un paciente que acababa de tratar.
El hombre era de raza negra y tenía alrededor de 60 años. Dahlke es blanco y tiene unos 30. El paciente tiene diabetes y llamó al 911 desde su casa, quejándose de dolor extremo en sus manos y pies.
Cuando Dahlke llegó a la casa del paciente, siguió el procedimiento estándar y le hizo una prueba de glucosa en sangre. Los resultados mostraron que el nivel de azúcar del hombre era bajo.
“Así que mi decisión fue tratar el azúcar en la sangre primero. Asegurarte que el número suba”, dijo Dahlke.
Le dio glucosa al paciente, pero no medicina para el dolor.
Dahlke dijo que no abordó el dolor del hombre en este caso porque cuando lo estabilizó, había llegado al hospital, donde el paciente ya era responsabilidad del personal de la sala de emergencias.
“Cuando las personas están gravemente enfermas o lesionadas, los medicamentos para el dolor son importantes”, dijo Dahlke. “Pero no es lo primero que nos va a preocupar. Vamos a preocuparnos por las amenazas a la vida. No necesariamente va a morir de dolor, y vamos a hacer lo que satisfaga la necesidad en el momento de llevarlo a la ambulancia y al hospital y a un nivel más alto de atención”.
Dahlke dijo que no está seguro si, si el paciente hubiera sido blanco no hispano, le habría administrado analgésicos, aunque no lo cree.
“¿Es algo en lo que pienso cuando me encuentro con un paciente que no se parece a mí? No sé si eso cambia mi forma de tratarlo”, dijo.
Cuando se le preguntó si las disparidades en el tratamiento a veces se debían a que las personas blancas (no hispanas) tenían más probabilidades de pedir más medicamentos, Dahlke sonrió.
“Me pregunto, si en este estudio hablamos de personas de color a las que se les niega o no se les dan medicamentos narcóticos tanto como a los blancos (no hispanos), tal vez estamos tratando demasiado a los blancos (no hispanos) con medicamentos narcóticos”.
La investigación ha encontrado que los afroamericanos son más propensos a desconfiar profundamente de la comunidad médica, y eso también podría desempeñar un papel en la disminución de la atención. Tal desconfianza es comprensible y se remonta a generaciones, dijo Gregory.
“¿Cómo puede una persona de color no faltarle el respeto a un sistema que está constantemente estudiando y hablando sobre estas disparidades, pero no hace nada para solucionarlo?”, se preguntó.
Gregory escribió una carta abierta a los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) en 2015, pidiéndole que declarara al racismo como una amenaza para la salud pública.
Las declaraciones de crisis anteriores, como las que centran la atención en problemas como el tabaquismo o el VIH, han tenido resultados significativos, destacó Gregory.
Pero los CDC le dijeron a Gregory, en una respuesta por correo electrónico, que, si bien apoyan las políticas del gobierno para combatir la discriminación racial y reconocen el papel del racismo en las disparidades de salud, “el racismo y la discriminación racial en la salud es un problema social y de salud pública, que requiere una estrategia social de base amplia para desmantelar efectivamente el racismo y sus impactos negativos en los Estados Unidos”.
Kennel dijo que los falsos estereotipos sobre las diferencias en la fisiología basadas en la raza que se remontan a la esclavitud también desempeñan un papel en las disparidades en la atención médica. Por ejemplo, a pesar de la falta de apoyo científico, algunos profesionales de salud todavía piensan que la sangre de los afroamericanos se coagula más rápido, dijo Kennel, citando un estudio reciente realizado con estudiantes de medicina en la Universidad de Virginia.
También se les preguntó a los estudiantes si pensaban que los afroamericanos tenían menos receptores del dolor que los blancos. “Un porcentaje incómodamente grande de estudiantes de medicina dijo: ‘Sí, eso es cierto'”, agregó Kennel.
Además de eso, dijo, los técnicos y los paramédicos a menudo trabajan en situaciones de presión temporal, donde se limitan a información clínica ambigua y recursos escasos. “En estas situaciones, es mucho más probable que los proveedores tomen decisiones (basadas) en estereotipos”, dijo.
Las disparidades en la atención de salud están bien documentadas. Los blancos no hispanos tienden a recibir mejor atención y experimentan mejores resultados, ya sea que estén en el consultorio de un médico o en la sala de emergencias. Pero antes del estudio de Kennel, nadie sabía si lo mismo sucedía en la parte trasera de una ambulancia.
Y casi no llegaron a saberlo, porque la investigación requirió que las compañías de ambulancia divulgaran datos altamente confidenciales.
“Estábamos preparados para no lucir tan bien”, dijo Robert McDonald, gerente de operaciones de American Medical Response (AMR), en Portland. AMR es una de las organizaciones de ambulancias más grandes del país y compartió sus datos de más de 100,000 pacientes con Kennel.
Algunas personas atribuyen las disparidades que encontró a las diferencias en la demografía y en si se tiene o no seguro de salud, pero Kennel dijo que controló esas variables.
Entonces, ahora que AMR conoce las disparidades en su atención, ¿qué puede hacer la compañía?
“Mi opinión es que probablemente vamos a impartir cierta educación y entrenamiento a nuestra gente que sale a las calles”, dijo McDonald.
Además, dijo, AMR va a contratar más personas de color.
“Queremos ver más grupos étnicos representados en emergencias, que históricamente ha sido una fuerza de trabajo blanca dominada por hombres”, agregó.
Las políticas de AMR también deben cambiar, expresó McDonald. La compañía ha comprado un software que permitirá a los pacientes leer los formularios de permisos médicos en 17 idiomas. Y la firma está planificando un esfuerzo para llegar a las comunidades de color para explicar el papel de los trabajadores de emergencias.
Esta historia es parte de una asociación que incluye a Oregon Public Broadcasting, NPR y Kaiser Health News, un programa editorial independiente de la Kaiser Family Foundation.