CONCORD, California- Durante un recreo de 15 minutos, tres estudiantes de escuela primaria fueron a la oficina de la enfermera Catherin Crofton: uno con la nariz sangrando, otro con un raspón en la rodilla y el último con dolor de cabeza.
Los niños llenaron rápidamente la fila de sillas. Personal de la escuela trajo toallas de papel para contener el sangrado e intentaron contener el llanto.
“Estamos aquí para primeros auxilios, emergencias, asesoramiento”, dijo Crofton, del Distrito Escolar Unificado Mount Diablo. “Siempre hay algo que hacer”.
Mount Diablo y otros distritos de todo el país usan toda la ayuda que pueden obtener. Muchos sufren una grave escasez de enfermeras, y el dinero para nuevos contratos es escaso.
Fuera de California, se han reportado en los últimos años falta de enfermeras en Oregon, Idaho, Utah, Montana, Colorado, Dakota del Norte, Oklahoma, Illinois, Wisconsin, Michigan, Ohio y Florida.
El año pasado, Crofton vio de 20 a 30 niños por día en la escuela primaria Cambridge, ubicada en el este del condado de Contra Costa en el área de la bahía de San Francisco. Algunos eran pacientes por primera vez, otros habitués de la enfermería, muchos con afecciones crónicas como fibrosis quística que necesitan medicación diaria. Crofton dijo que hay docenas de niños diabéticos en el distrito, un gran cambio con respecto a 20 años atrás, cuando estos casos eran raros.
Antes de tomar una licencia a principios de año, Crofton estuvo en la primaria Cambridge tres días a la semana y en otra, Meadow Homes, a unas seis cuadras, los dos días restantes.
Desesperado por cubrir el vacío de enfermeras, el distrito Mount Diablo se asoció con John Muir Health, un sistema local de salud de médicos y hospitales, para que costearan el puesto de Crofton. Otros distritos también abordan la escasez de enfermeras de manera creativa, y con éxito desigual, abriendo clínicas comunitarias dentro de la escuela, realizando sesiones de video con médicos a distancia e incluso capacitando al personal de la oficina para curar heridas o controlar los niveles de glucosa de niños diabéticos.
Más allá de los pequeños rasguños, las enfermeras escolares ven a muchos niños con enfermedades crónicas potencialmente mortales que requieren medicación y control. Algunas veces son el único vínculo regular de un niño con la atención médica y, a menudo, son las primeras en detectar brotes de enfermedades emergentes.
El año pasado, la Academia Estadounidense de Pediatría solicitó un mínimo de una enfermera registrada de tiempo completo en cada escuela. Antes de eso, la proporción recomendada había sido de una enfermera por cada 750 estudiantes.
California, el estado más poblado de la nación, está lejos de alcanzar ninguno de los dos objetivos. En el año escolar 2016-17, tuvo una enfermera registrada por cada 2,592 estudiantes, según los últimos datos del estado. En muchos distritos, una enfermera debe cubrir dos o más escuelas. (Los distritos no informan sobre la contratación de enfermeras vocacionales con licencia, que no están tan bien entrenadas, pero a veces se las contrata para llenar los vacíos).
En Mount Diablo, la proporción es de 1 enfermera registrada por casi 4,000 niños. Las cifras para el distrito más pequeño y vecino, Antioch Unified, revelan 1 enfermera por cada 17.326 estudiantes.
California, como la mayoría de los estados, no tiene un presupuesto específico para la enfermería escolar, y no requiere que las escuelas tengan una enfermera a tiempo completo. Sin embargo, las escuelas están obligadas a proporcionar ciertos servicios de salud a los estudiantes, como pruebas de visión y audición, y monitoreo de medicamentos.
La California School Nurses Organization ha intentado varias veces lograr que la legislatura estatal establezca una proporción mínima de enfermeras por estudiante, hasta ahora sin suerte. “Cuando se analizan los números, es abrumador lo que costaría proporcionar ese tipo de servicio en el estado”, dijo Pamela Kahn, presidenta electa de la organización.
Mientras tanto, algunos distritos están mirando más allá del modelo tradicional de llevar la atención médica a los escolares.
El año pasado, el Distrito Escolar Unificado de la Ciudad de Sacramento experimentó con “telesalud”, con un doctor guiando a los docentes sobre qué hacer en distintas situaciones a distancia, pero al comienzo de este año escolar, los funcionarios del distrito todavía no habían decidido si continuarían.
Telesalud funciona bien si es una enfermera la que consulta con el médico, no una secretaria, dijo Nina Fekaris, presidenta de la National Association of School Nurses y enfermera escolar en Beaverton, Oregon, en las afueras de Portland. “No se puede ver como un reemplazo de los servicios [de enfermería]”, dijo.
En algunos casos, a personal de la escuela se le han asignado tareas médicas en ausencia de enfermeras, con resultados desastrosos. En el estado de Washington, se informó que una niña murió de un ataque de asma en 2008 cuando estaba con un supervisor de recreos, sin ninguna enfermera cerca.
Las alianzas entre los distritos escolares y las organizaciones de atención médica se encuentran entre los enfoques más prometedores porque las escuelas no tienen que asumir el costo total de contratar enfermeras.
Además de crear buena voluntad, los sistemas de salud sin fines de lucro como John Muir pueden contar sus contribuciones de enfermeras y servicios gratuitos para estudiantes como parte de los “beneficios comunitarios” que deben brindar para mantener el status de entidad exenta de impuestos. Bajo este modelo, no pueden recibir reembolsos del Medicaid o de aseguradoras privadas por ver a los estudiantes.
Desde 2008, John Muir Health ha donado dinero para dos enfermeras en escuelas donde la necesidad es mayor. Una de ellas es Cambridge Elementary, que se encuentra en una zona densamente poblada, junto a un concurrido corredor salpicado de restaurantes de comida rápida y complejos de apartamentos. Muchas familias son inmigrantes de primera generación y estudiantes de inglés que no tienen un proveedor de atención médica fijo, dijo Chris Grazzini, gerente del programa clínico de John Muir.
Tales asociaciones, sin embargo, tienden a ser más populares en la costa este. En 2015, las escuelas en Toledo, Ohio, por ejemplo, contrataron 12 enfermeras escolares mediante un acuerdo con un sistema local de atención médica. Como parte del acuerdo de tres años, ProMedica, un sistema de salud local sin fines de lucro, invirtió $1.8 millones para contratar a nueve enfermeras. El distrito escolar, las Escuelas Públicas de Toledo, paga por los demás.
Ann Cipriani, coordinadora de salud del sistema escolar de Toledo, dijo que el acuerdo permitía al distrito lograr su objetivo de tener una enfermera en cada una de sus 50 escuelas, cumpliendo con la recomendación de la Academia de Pediatría. “Ha marcado una gran diferencia”, dijo.
Las escuelas en el Bronx se asocian con organizaciones médicas para abrir centros de salud en los campus. Uno de los socios es Montefiore Medical Center, que ha establecido 25 centros de salud en las escuelas, y presta servicios a unos 30,000 niños.
Montefiore cubre el costo de los servicios facturando al Medicaid o a otro seguro. Las subvenciones estatales y las donaciones privadas también ayudan. El centro médico es responsable de proporcionar un médico, enfermeras y un proveedor de salud mental en cada centro.
De manera similar, el Distrito Escolar Unificado de Fresno en el Valle Central de California pretende tener siete centros de salud en los campus operados por Clinica Sierra Vista, un grupo local de clínicas de salud y Valley Children’s Health Care. El primero se abrió en 2014 y tiene unas 500 visitas por mes. Un segundo está programado para abrir el próximo año.
Sin embargo, incluso con dinero disponible para clínicas y enfermeras adicionales, encontrar profesionales calificados para cubrir los puestos puede ser difícil.
El cronograma de trabajo de 10 meses es excelente, dijo Gail Williams, directora de servicios de salud estudiantil en Fresno Unified, pero es difícil competir con hospitales abiertos todo el año, todos los días de la semana, las 24 horas. Para una enfermera, especialmente una que tiene que pagar préstamos estudiantiles, esos trabajos pueden ser más atractivos.