Un grupo de defensa de los derechos de los discapacitados en Texas está analizando los datos de una encuesta que realizó en marzo, para averiguar cuántos de sus miembros habían quedado discapacitados por la violencia con armas. El grupo, ADAPT de Texas, dijo que se trata de un esfuerzo por recopilar datos que ayudarán a los representantes estatales en las legislaciones sobre armas de fuego.
Bob Kafka es organizador en ADAPT y dijo que cuando ocurre un evento de violencia armada, particularmente los tiroteos masivos, el público tiende a discutir muy poco sobre lo que les sucede a las víctimas.
Susan Nelson fue una de esas víctimas. Hace 25 años, estaba cenando en la casa de un amigo. Su amigo tenía un arma.
“Estaba registrada y todo”, dijo.
Esa noche, también estaba en la casa un hombre joven. Había sido expulsado de la casa de sus padres y parecía inestable. Encontró el arma y confrontó a Nelson y a su amigo, diciéndoles que iba a robarles y a matarlos. Nelson contó que luego le disparó en el hombro izquierdo.
“Me levanté para darme vuelta y huir, y recibí un disparo en la parte posterior de la cabeza”, dijo. “Mi amigo también, y eso es lo último que recuerdo del tiroteo. Mi amigo murió cuando era trasladado al hospital y yo desperté de un coma dos semanas después”.
Nelson tenía 29 años y tuvo que comenzar su vida de nuevo.
“Estaba paralizada”, dijo. “Apenas podía leer y escribir. Mi visión era realmente mala, así que tuve que pasar los siguientes siete meses en terapia volviendo a aprender todo y trabajando muy, muy duro”.
Su arduo trabajo valió la pena. Ahora, puede caminar y está escribiendo de nuevo, como autora y oradora. Su visión es buena, pero todavía vive con algunas discapacidades.
“Me lleva más tiempo armar oraciones porque mi cerebro no funciona tan rápido y las palabras no salen de mi boca tan rápido como me gustaría”, dijo.
Sin embargo, esta experiencia no ha cambiado mucho la relación de Nelson con las armas. Ella creció en el sureste de Texas rodeada de rifles. Todavía cree que las personas responsables deben tenerlas.
“No estoy en contra de las armas. Y no sé si todos los que se reciben un disparo se vuelven a favor de controlarlas”, dijo.
Kafka dijo que esperaba opiniones diversas, aún de las propias víctimas, porque asegura que la comunidad de personas con discapacidades es muy grande. “Tenemos personas en ambas veredas”, dijo. “Probablemente haya miembros de la National Rifle Association (NRA) en la comunidad de discapacitados”.
Aunque no fue una víctima de este tipo de violencia, el propio gobernador Greg Abbott, muy conservador y muy a favor de las armas en Texas, está en silla de ruedas desde que tenía 26 años, después que un árbol cayera sobre él mientras trotaba después de una tormenta.
Kafka dijo que deberíamos escuchar a las personas que están discapacitadas por la violencia armada porque raramente lo hacemos.
“No solo no hablamos de eso, es algo invisible”, dijo. “A los medios les encanta concentrarse en cuántas personas murieron, y el tipo de heridas, pero nunca he visto que sigan de cerca la rehabilitación de una víctima”, agregó.
Los tiroteos masivos también tienden a atraer mucha atención de los medios, dijo Noam Ostrander, del Departamento de Trabajo Social de DePaul University, en Chicago. Sin embargo, el experto destacó que muchas personas quedan discapacitadas debido a la violencia armada que ocurre en las grandes ciudades a diario. Durante muchos años, Ostrander trabajó con miembros de pandillas en los vecindarios del oeste de Chicago, que quedaron paralíticos después de recibir un disparo.
“El costo de esa lesión, que generalmente se convierte en un costo público, es astronómico, y creo que sería impactante para mucha gente”, dijo.
Ostrander dijo que también se recuerda poco que, de hecho, son de tres a cinco veces más los que sobreviven a un episodio de violencia con armas de fuego que los que mueren.
Esta historia es parte de una alianza que incluye a KUT, NPR y Kaiser Health News.