UTUADO, Puerto Rico – Carmen Rodríguez Santiago se considera afortunada por tener algún servicio de agua corriente en su hogar. Sin embargo, ocho meses después del huracán María, la guardia de seguridad de 52 años explicó que los grifos en su casa, de color crema y rosa, todavía se secan cada dos o tres días, y el agua, cuando regresa, está llena de sedimentos.
Las autoridades puertorriqueñas aseguran que el servicio de agua en la isla estadounidense ha sido restaurado para más del 96% de los clientes, según datos del 6 de junio. Pero el informe de progreso enmascara problemas subyacentes. Fuera de las ciudades, el servicio de agua está regresando con lentitud. El flujo es a menudo intermitente y la calidad del agua, incierta.
En todo Puerto Rico, los cortes de electricidad y los generadores defectuosos hacen que las bombas no suministren agua a los hogares de los residentes de manera consistente y las operaciones se interrumpen en las plantas de tratamiento de agua. Se advierte a los residentes que deben hervir el agua por tres minutos durante los primeros tres días después que se restaure el servicio o después de una interrupción para asegurarse de que sea segura para beber.
“El cese de suministro de agua quiere decir que hay fallas en los generadores o en los lugares donde se restableció la electricidad, y quizás se perdió temporalmente”, dijo Elí Díaz Atienza, presidente ejecutivo de la Puerto Rico Aqueduct and Sewer Authority (Autoridad de Acueductos y Alcantarillados de Puerto Rico, PRASA).
PRASA se negó a compartir datos sobre la calidad actual del agua en la isla.
Pero esto es poco consuelo para residentes rurales como Rodríguez Santiago, que se enfrentan a un acceso limitado al agua potable y temen la nueva temporada de huracanes, que comenzó este mes. La mujer contó que le salió una erupción después de bañarse con el agua del grifo. Ahora ni se baña ni lava los platos con esa agua. Solo consume la que trae de una estación portátil administrada por el gobierno.
“Ahora me desespero cuando pienso que llegará un huracán”, se lamentó.
La seguridad del agua ha sido un problema persistente para Puerto Rico, un problema agravado por la tormenta. La recuperación ha sido incompleta.
La destrucción del huracán María dejó sin suministro de agua a más de la mitad de los residentes que utilizan el proveedor de servicios públicos de la isla, según la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA). PRASA proporciona agua a más del 97% de la isla.
Según la Agencia de Protección Ambiental (EPA), más de un tercio de las plantas de tratamiento de aguas residuales dejaron de funcionar después del huracán, lo que provocó que éstas fluyeran sin tratar hacia los canales que los residentes usaban para beber y bañarse. Y docenas de residentes poco después de la tormenta sufrieron leptospirosis, una infección bacteriana grave que puede ocurrir al consumir o entrar en contacto con aguas contaminadas, según funcionarios de salud.
Dos de los tres laboratorios que analizaban la calidad del agua quedaron inoperativos y aún se encuentran en reconstrucción. La autoridad del agua dijo que la mayoría de los análisis ahora los realizan en instalaciones subcontratadas.
Mientras los funcionarios puertorriqueños buscaban restaurar el suministro de agua, las agencias federales también intervinieron para ayudar. FEMA ha proporcionado más de 700 generadores y combustible diesel para proporcionar energía a algunas plantas de tratamiento de agua. Y ha comprado 161 unidades de almacenamiento de agua para áreas remotas de la isla, que las tropas de la Guardia Nacional llenan y mantienen.
En octubre, FEMA también otorgó $70 millones a PRASA. El gobierno federal ha emprendido acciones legales contra esta Autoridad al menos cuatro veces desde el año 2000 por incumplir la Ley de Agua Limpia (Clean Water Act), más recientemente en 2015, de acuerdo con comunicados de prensa del gobierno.
Un informe del año pasado de la oficina del inspector general de la EPA dijo que PRASA pospuso o suspendió en 2015 casi todos sus proyectos de construcción. Cita una carta de la Autoridad enviada en 2016 que dice que debe $140 millones a contratistas y proveedores. En total, el proveedor de servicios debía más de $5 mil millones en 2016, según el informe.
EPA intervino, también, trabajando con funcionarios federales y puertorriqueños para analizar y reparar sistemas de agua potable no afiliados con PRASA.
Hoy, 112 de las 114 plantas de tratamiento de agua potable operadas por PRASA están en funcionamiento, aunque algunas todavía dependen de generadores. Todas las plantas de tratamiento de aguas residuales están funcionando, según la EPA.
Las agencias federales también ayudaron en la evaluación de la calidad del agua. Los resultados de esos análisis no se han hecho públicos, según PRASA.
Un informe de 2017 publicado por el Natural Resources Defense Council, un grupo de defensa del medio ambiente, indicó que Puerto Rico tenía la peor tasa de incumplimiento de las normas del agua potable en los Estados Unidos. La mayoría de las infracciones, basadas en los datos de 2015 recopilados por la EPA, implicó no evaluar la seguridad del agua.
Casi 7 de cada 10 residentes recibieron agua de una fuente que no cumplía con las normas federales de salud, según el informe.
PRASA se declaró culpable en 2006 de 15 cargos por delitos graves de descarga ilegal de contaminantes. Un caso involucró el vertido directo de aguas residuales en un arroyo.
En la resolución legal de 2015, la EPA acusó a la entidad de volver a descargar inadecuadamente contaminantes y de operar sistemas de recolección con los desbordamientos que representaron una amenaza “inminente y sustancial” para los residentes que pudieran entrar en contacto con el agua debido a la posible contaminación por aguas residuales sin procesar. La agencia acordó realizar mejoras importantes en sus sistemas para solucionar los problemas.
Aunque cada acuerdo o resolución legal implicaba un compromiso de parte de PRASA para mejorar su infraestructura, la debacle financiera de la isla obligó a posponer estos planes.
“Como parte del trabajo de recuperación, la EPA continuará evaluando las necesidades de agua potable de la comunidad y trabajará con los socios federales para identificar las fuentes de financiación u otra ayuda que pueda brindarse a estas comunidades”, dijo un portavoz de la agencia federal.
Según la oficina de servicios municipales para la gestión de emergencias en Utuado, el suministro de agua residencial se ha restaurado en la mayor parte del municipio. Sin embargo, los apagones eléctricos a veces inutilizan las bombas necesarias para filtrar y distribuir el agua.
“El principal problema es que no hay electricidad en donde se procesa el agua”, dijo Ángel Medina, un supervisor de la oficina, y añadió que ignoraba cuándo PRASA restablecería completamente los servicios a Utuado. A quienes viven sin agua en sus hogares, “les estamos diciendo que se mantengan tranquilos”, indicó Medina.
Elba Negrón Carreras es una de esos residentes. Durante los últimos ocho meses, ha caminado media hora con sus dos hijos a una estación de agua local gestionada por los militares para llenar jarras de plástico para ducharse. O ha extraído agua de un acuífero local que necesitaba ser purificada antes de beberse, usando un filtro que le dio una clínica local.
Negrón Carreras, de 48 años, comenzó a recibir servicios intermitentes de agua en su casa a principios de mayo, según dijo en una entrevista telefónica. Dijo que sigue las pautas de PRASA e hierve el agua durante tres minutos antes de usarla para beber y cocinar.
Dijo que su hija está deseando tomar una ducha sin tener que lidiar con recipientes de plástico. Pero por ahora, aseguró Negrón Carreras, las mejoras son suficientes.
Esta historia fue producida por Kaiser Health News, un programa editorial independiente de la Kaiser Family Foundation.