Larry McMahon, que este mes cumple 80 años, está evaluando someterse a una intervención quirúrgica mayor. En los últimos cinco años, su dolor de espalda se ha intensificado. La fisioterapia, los relajantes musculares y las inyecciones no lo alivian.
“Es un dolor que apenas me deja hacer nada”, dijo.
¿Debería McMahon, policía estatal retirado de Virginia que ahora vive en Southport, Carolina del Norte, someterse a una operación de fusión espinal, un procedimiento que puede durar hasta seis horas? (Nota: hace ocho años tuvo una laminectomía lumbar, otra complicada operación de espalda y en 2021 un reemplazo de rodilla que todavía no ha sanado).
“¿Me recuperaré en seis meses o en un par de años? ¿Es seguro para un hombre de mi edad, con diversos problemas de salud, estar dormido durante un largo período de tiempo?”, se preguntó.
Las personas mayores que piensan en someterse a una intervención quirúrgica a menudo no están seguras. En muchos casos, la cirugía puede salvar la vida del paciente o mejorar su calidad de vida. Pero la edad avanzada los expone a un mayor riesgo de resultados no deseados, como dificultades en las actividades cotidianas, hospitalizaciones prolongadas, problemas de movilidad y pérdida de independencia.
¿Cómo se determina si los posibles beneficios de una intervención quirúrgica importante compensan los riesgos? Expertos sugieren cuáles preguntas hay que hacer.
1.¿Cuál es el objetivo de esta operación?
Margaret “Gretchen” Schwarze, profesora asociada de cirugía en la Facultad de Medicina y Salud Pública de la Universidad de Wisconsin sugiere preguntar, por ejemplo: ¿prolongará mi vida extirpar un tumor de crecimiento rápido? ¿Podré caminar bien si tengo un reemplazo de cadera?
Si el cirujano dice: “Tenemos que extirpar este tumor o eliminar esta obstrucción”, hay que preguntar sobre las repercusiones en la vida diaria. El hecho de que se detecte una anomalía, como una hernia, no significa que haya que tratarla, sobre todo si no hay síntomas molestos y la intervención conlleva complicaciones, señalaron los doctores Robert Becher y Thomas Gill, de la Universidad de Yale.
2. Si las cosas van bien, ¿qué se puede esperar? Schwarze, cirujana vascular, atiende a menudo a pacientes con aneurismas aórticos abdominales, una dilatación de un vaso sanguíneo importante que si estalla puede ser mortal.
Así es como describe el “mejor de los casos” en una intervención quirúrgica: “La operación dura entre cuatro y cinco horas. Luego el paciente permanece en la unidad de cuidados intensivos (UCI) con un tubo respiratorio durante uno o dos días. Después, estará en el hospital una semana más o menos. Luego, probablemente tendrá que ir a rehabilitación para recuperar fuerzas, y probablemente tardará dos o tres meses en volver a sentirse como antes de la operación”.
Un folleto para pacientes que ha creado el equipo de Schwarze agrega otras consultas: ¿Cómo será mi vida diaria justo después de la operación? ¿Tres meses después? ¿Un año después? ¿Necesitaré ayuda, y durante cuánto tiempo? ¿Me colocarán tubos o drenajes?
3. Si las cosas no van bien, ¿qué se puede esperar? Según Schwarze, el “peor de los casos” podría ser el siguiente: “Te operan, vas a la UCI y tienes complicaciones graves. Sufres un infarto. Tres semanas después de la operación, sigues en la UCI con un tubo para respirar, has perdido casi todas tus fuerzas y no tienes ninguna posibilidad de volver a casa. O, la cirugía no funcionó, y aún así has pasado por todo esto”.
“La gente suele pensar que morirán en la mesa de operaciones si las cosas van mal”, afirmó la doctora Emily Finlayson, directora del Centro de Cirugía para Personas Mayores de la UCSF, en San Francisco. “Pero somos muy buenos rescatando a la gente, y podemos mantenerla con vida durante mucho tiempo. La realidad es que puede haber mucho dolor y sufrimiento e intervenciones como sondas de alimentación y respiradores si las cosas no salen como esperamos”.
4. De acuerdo con la salud, edad y estado funcional, ¿cuál es el resultado más probable?
Luego de saber todos los escenarios posibles, hay que preguntar: “¿Realmente necesito operarme?”, y “¿Qué resultados cree que son los más probables para mí?”, aconsejó Finlayson. Las investigaciones sugieren que los adultos mayores frágiles, con deterioro cognitivo u otras afecciones graves, como cardiopatías, tienen peores experiencias con la cirugía mayor. Además, los mayores de 80 y 90 años tienen más riesgo de que las cosas salgan mal.
“Es importante que haya familiares o amigos en la sala para estas conversaciones con pacientes de alto riesgo”, indicó Finlayson. Muchos adultos mayores tienen dificultades cognitivas y pueden necesitar ayuda para tomar decisiones complejas.
5. ¿Cuáles son las alternativas? Hay que conocer las opciones no quirúrgicas, dijo Finlayson. Los hombres mayores con cáncer de próstata, por ejemplo, podrían considerar la “espera vigilante”, un control continuo de sus síntomas, en lugar de arriesgarse a una intervención quirúrgica invasiva. Las mujeres de 80 años que desarrollan un pequeño cáncer de mama pueden optar por dejarlo en paz si extirparlo supone un riesgo, teniendo en cuenta otros factores de salud.
Debido a la edad de Larry McMahon y a sus problemas médicos subyacentes como hipertensión y artritis, su neurocirujano le sugirió que explorara otras intervenciones, como más inyecciones y fisioterapia, antes de operarse. “Me dijo: ‘Yo gano dinero con la cirugía, pero es el último recurso’”.
6. ¿Cómo estar listo? “Prepararse para la cirugía es realmente vital para las personas mayores: si los pacientes hacen algunas cosas que les recomiendan los médicos —dejar de fumar, perder peso, caminar más, comer mejor— pueden disminuir la probabilidad de complicaciones y el número de días que pasan en el hospital”, dijo la doctora Sandhya Lagoo-Deenadayalan, líder del programa Perioperative Optimization of Senior Health (POSH) del Centro Médico de la Universidad de Duke.
Cuando se deriva a los pacientes mayores al programa POSH, reciben una evaluación exhaustiva de su medicación, estado nutricional, movilidad, afecciones preexistentes, capacidad para realizar actividades cotidianas y apoyo en casa. Los pacientes se van con una lista de medidas recomendadas, que suelen comenzar varias semanas antes de la intervención quirúrgica.
Si el hospital no dispone de un programa de este tipo, consulta con tu médico: “¿Cómo puedo preparar mi cuerpo y mi mente?”, aconsejó Finlayson. También: “¿Cómo puedo preparar mi casa de antemano para la recuperación?”.
7. ¿Cómo será la recuperación? Hay tres niveles: ¿Cómo sería la recuperación en el hospital? ¿O en un centro de rehabilitación? ¿Y la recuperación en casa?
También hay que saber sobre el tiempo de internación, el dolor, las secuelas de la anestesia. Y la preservación de las facultades cognitivas también es una preocupación.
Durante la pandemia de covid-19, “muchos adultos mayores optaron por volver a casa en lugar de ir a rehabilitación, y es realmente importante asegurarse de que cuentan con el apoyo adecuado”, enfatizó la doctora Rachelle Bernacki, directora de atención y servicios postoperatorios del Centro de Cirugía Geriátrica del Brigham and Women’s Hospital de Boston.
Para algunas personas mayores, la pérdida de independencia tras la operación puede ser permanente. Hay que conocer las opciones en caso de que esto ocurra.
Esta historia fue producida por KHN (Kaiser Health News), la redacción de KFF (Kaiser Family Foundation), que produce periodismo en profundidad sobre temas de salud. Junto con Análisis de Políticas y Encuestas, KHN es uno de los tres principales programas de KFF. KFF es una organización sin fines de lucro que brinda información sobre temas de salud a la nación.