El calor sofocante que hace en algunos galpones, donde los trabajadores pueden pasar jornadas de 10 horas, no es sólo un problema de verano. En el sur de California puede parecer verano todo el año.
Es fácil sudar y cansarse, aseguran trabajadores. La ventilación es deficiente y algunos han testificado en una audiencia pública sobre hemorragias nasales, náuseas y mareos. En algunos depósitos, hay que caminar al menos media milla para encontrar un lugar donde refrescarse.
“Estamos en constante movimiento. A lo largo del día, mi camisa se empapaba de sudor tres o cuatro veces”, dijo Sara Fee, ex trabajadora de un almacén de Amazon en San Bernardino, California, que testificó ante una junta estatal sobre seguridad laboral en mayo. “He sufrido náuseas, mareos”.
A medida que suben las temperaturas y se extiende la amenaza del calor extremo, California planea proteger a las personas que trabajan en almacenes mal ventilados, cocinas de restaurantes llenas de vapor y otros lugares de trabajo en interiores donde las temperaturas pueden subir a niveles potencialmente peligrosos.
Desde 2005, el estado cuenta con normas de protección contra el calor para los trabajadores al aire libre, y ahora le toca el turno a estos otros espacios.
Sólo otros dos estados, Minnesota y Oregon, han adoptado normas sobre el calor para las personas que trabajan en interiores, según la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional (OSHA). A escala nacional, la legislación se ha estancado en el Congreso, y aunque la administración Biden ha iniciado el largo proceso de establecer normas nacionales sobre el calor para el trabajo al aire libre y en interiores, es probable que tarden años en finalizarse.
Si California adopta su propuesta en primavera, las empresas estarían obligadas a refrigerar los lugares de trabajo por debajo de los 87 grados Fahrenheit, cuando los empleados estén presentes, y por debajo de los 82 grados en los espacios donde los trabajadores lleven ropa protectora o estén expuestos a calor radiante, como el de los hornos.
Si las empresas no pueden bajar las temperaturas, deberán proporcionar a los trabajadores agua, descansos, zonas donde puedan refrescarse, chalecos refrigerantes y otras opciones para evitar que sufran golpes de calor.
“Cada año hace más calor”, afirmó Alice Berliner, directora del Programa de Salud y Seguridad de los Trabajadores de la Universidad de California-Merced. “Contar con protecciones tanto para los trabajadores de interior como para los de exterior, empodera a las personas para pedir acceso a agua potable, y un descanso cuando sienten calor excesivo”.
Pero ni trabajadores ni empresas están satisfechos con el plan. Algunas empresas temen no poder cumplir los requisitos, incluso con la flexibilidad que ofrece el reglamento. Los trabajadores sostienen que los edificios deberían mantenerse aún más frescos.
El estrés térmico puede provocar agotamiento por calor, insolación, paro cardíaco e insuficiencia renal. En 2021, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) reportaron 1,600 muertes relacionadas con el calor, lo que probablemente sea una cifra inferior a la real porque los profesionales de salud no están obligados a notificarlas. No está claro cuántas de estas muertes están relacionadas con el trabajo, ya sea en interiores o al aire libre.
En California, 20 trabajadores murieron de calor entre 2010 y 2017, siete de ellos a causa del calor en interiores, según Rand Corp, que analizó las normas de calor en interiores propuestas por el estado.
Después de una ola de calor récord en el noroeste del Pacífico en 2021, Oregon adoptó el año pasado protecciones para los trabajadores en interiores que se activan cuando las temperaturas alcanzan los 80 grados.
Las temperaturas umbral de Minnesota oscilan entre 77 y 86 grados, dependiendo del tipo de trabajo. El tamaño de la población activa de California, estimada en unos 18 millones de personas, podría provocar cambios en el resto del país, según Juanita Constible, especialista del clima y la salud en el Natural Resources Defense Council (NRDC).
“Si California avanza, también lo hará el país en muchos aspectos”, señaló.
Los reguladores californianos han elaborado las normas del trabajo en interiores para complementar las protecciones estatales para los trabajadores de exterior. En ellas se establece que, cuando las temperaturas superen los 80 grados, los empresarios deben proporcionar sombra y observar a los trabajadores para detectar síntomas de enfermedad por calor.
Cuando la temperatura sea igual o superior a 95 grados, deben tomar acciones para prevenir las enfermedades causadas por el calor, reduciendo las horas de trabajo o proporcionando descansos adicionales. Colorado, Oregon y Washington también cuentan con una normativa para los trabajadores al aire libre.
La California Occupational Safety and Standards Board, encargada de establecer las medidas de protección de los trabajadores, estudia una normativa que obligaría a los empresarios a refrigerar sus edificios con aire acondicionado, ventiladores, nebulizadores y otros métodos, cuando la temperatura o el índice de calor alcancen los 82 o 87 grados.
Se espera que se voten las normas en marzo y que entren en vigencia el próximo verano, según explicó Autumn Gonzalez, presidenta del Board.
Según los trabajadores, los edificios deberían estar a temperaturas inferiores a las propuestas, especialmente en almacenes, plantas de procesado de alimentos y otros lugares donde los empleados se mueven y levantan peso con frecuencia.
Estos umbrales de temperatura “son demasiado altos”, aseguró Robert Moreno, conductor de UPS en San Diego que, según declaró ante el Board en mayo, ha pasado la mayor parte de su vida trabajando en almacenes. Con las temperaturas propuestas, hace demasiado calor para sentarse fuera a comer, y mucho menos para trabajar dentro de un edificio que lleva todo el día bajo el sol, indicó Moreno.
“La mayoría de estos almacenes son de chapa, con una circulación de aire nula o inexistente”.
En las instalaciones de Amazon en San Bernardino, donde trabajaba Fee, el vocero de la empresa, Steve Kelly, explicó que el edificio tiene aire acondicionado y está equipado con ventiladores de techo, y que se anima a los trabajadores a tomar descansos para refrescarse en cualquier momento que lo necesiten.
“Hemos comprobado los efectos positivos de un programa eficaz de mitigación del calor y creemos que todos los empresarios deben cumplir las mismas normas”, declaró Kelly, que no quiso aclarar si la empresa apoya la propuesta de California.
La temperatura en el interior del edificio de 658,000 pies cuadrados no ha superado los 78 grados, según Kelly.
Los reguladores reconocen que algunas empresas no podrán refrigerar sus lugares de trabajo, como las lavanderías o las cocinas de los restaurantes, donde funcionan calderas, hornos y freidoras comerciales, y les han ofrecido la opción de tener espacios para que los trabajadores se refresquen y otras medidas de alivio.
Pero estas soluciones no siempre son viables, según explicó al Board en mayo Katie Davey, ex directora de la Asociación de Restaurantes de California. Por ejemplo, en muchos restaurantes pequeños no hay espacio para una zona para refrescarse. Además, la reducción de la temperatura en las cocinas podría suponer una infracción de las leyes de seguridad alimentaria, que exigen que los alimentos se calienten a temperaturas específicas.
“Nos preocupa que la normativa propuesta sobre el calor en el interior de los locales pueda entrar en conflicto con normas que afecten nuestra capacidad para calentar y mantener los alimentos a las temperaturas que protegen la salud pública de las enfermedades transmitidas por los alimentos”, afirmó Davey.
Los reguladores californianos llevan años redactando su propuesta, y parece poco probable que bajen más las temperaturas del umbral de 82 y 87 grados. Si lo hicieran, aumentaría el número de empresas que tendrían que cumplir la normativa y el costo, lo que provocaría una nueva revisión que retrasaría su lanzamiento, según Eric Berg, subdirector de salud, investigación y normas de la California Division of Occupational Safety and Health (Cal/OSHA), que se encargaría de hacerla cumplir.
“Creo que, en general, habría que bajar el umbral”, declaró Laura Stock, miembro del Board, en la reunión de mayo. “Pero igual de importante, si no más, es que no retrasemos el proceso para poder implantar una norma lo antes posible”.
La urgencia se debe, en parte, a la inacción federal. La legislación que se ha estancado en el Congreso exigiría a la OSHA crear una norma de emergencia para promulgar regulaciones temporales para todos los trabajadores, mientras la agencia busca una norma permanente. Es poco probable que el proyecto de ley se apruebe en la Cámara de Representantes, controlada por los republicanos, que no son partidarios de imponer normas a las empresas.
El legislador Greg Casar, demócrata de Texas, copatrocinador de ese proyecto de ley, dijo que la situación se ha vuelto desesperada en su estado. En junio, Greg Abbott, gobernador republicano de Texas, firmó una ley que elimina las ordenanzas locales existentes en Austin, Dallas y otras ciudades que obligaban a los empresarios a dar descansos para beber agua a los trabajadores de la construcción al aire libre.
“A medida que el clima empeora y los veranos se vuelven más calurosos, deberíamos hacer más para proteger a los trabajadores, en lugar de quitarles sus derechos”, declaró Casar a California Healthline. “Con demasiada frecuencia, se ha permitido que las normas de protección de los trabajadores mueran lentamente en un prolongado proceso de elaboración, y no podemos dejar que suceda eso en este caso”.