Skip to content
Si la ciencia asegura que los adolescentes necesitan dormir más, ¿por qué es tan difícil hacer que las clases empiecen más tarde?

Si la ciencia asegura que los adolescentes necesitan dormir más, ¿por qué es tan difícil hacer que las clases empiecen más tarde?

(Moment/Getty Images)

NASHVILLE, Tennessee – Las clases en las escuelas secundarias de esta ciudad empiezan tan temprano que hay estudiantes que toman su autobús a las 5:30 de la mañana.

Sólo el 10% de las escuelas públicas del país empiezan la jornada antes de las 7:30 de la mañana, según estadísticas federales. Pero en Nashville, las clases empiezan a las 7:05, algo que su nuevo alcalde, Freddie O’Connell, lleva años criticando.

“No es algo de lo que enorgullecerse”, se lamentó en una ocasión, cuando aún era concejal.

Desde su elección en septiembre, O’Connell tiene como principal meta de su agenda educativa retrasar la hora del comienzo de clases. Tanto él como otras voces en todo el país llevan insistiendo en que no es que los adolescentes sean vagos o quieran dormir más. Es una cuestión de ciencia.

“Todos los adolescentes registran un cambio en el cerebro que les hace no tener sueño hasta las 10:45 u 11 de la noche”, explicó Kyla Wahlstrom, investigadora de la Facultad de Educación y Desarrollo Humano de la Universidad de Minnesota. Wahlstrom, quien fue maestra, estudia las consecuencias de las políticas de educación en el aprendizaje. “Es un cambio que decide la biología”.

La falta de sueño en adolescentes se vincula a problemas de salud mental, peores calificaciones, accidentes de tránsito y mucho más. Por eso, estados como California y Florida han ordenado retrasar la hora de inicio de las clases. Algunos distritos de todo el país —incluidos algunos de Tennessee— han hecho el mismo cambio.

Pero la resistencia a empezar más tarde tiene menos que ver con dificultades logísticas y financieras, sobre todo en aspectos básicos como el transporte escolar.

El representante estatal John Ray Clemmons, demócrata de Nashville, intentó aprobar en 2022 un proyecto de ley que obligaba a retrasar el horario de inicio de clase.

“Estoy empezando a comprobarlo con uno de mis hijos”, dijo durante una audiencia a nivel de comité de su proyecto de ley. Clemmons profundizó en el aspecto biológico, incluida la melatonina, la famosa hormona del sueño.

La melatonina produce somnolencia. El cerebro empieza a producirla cuando oscurece y alcanza su máximo a mitad de la noche. El cerebro de los adolescentes empieza a liberar melatonina unas tres horas más tarde que el de los adultos y el de niños, según la Sociedad Americana de Química. Así que cuando los adolescentes se despiertan temprano, su cerebro aún sigue produciendo melatonina.

“Debido a la forma en que los cuerpos de los adolescentes liberan melatonina, despertar a un adolescente a las 7 de la mañana es similar a despertar a uno de nosotros a las 4 de la mañana”, explicó Clemmons.

El legislador aportó el testimonio de una madre local, Anna Thorsen, quien declaró que una legislación que retrasara el horario de inicio podría proteger a niños vulnerables como el suyo.

“Mi hija menor es estudiante de noveno grado y sufre una rara epilepsia genética que mató a su hermana mayor el año pasado”, dijo. “De hecho, en marzo pasado, mi hija menor tuvo una convulsión potencialmente mortal que fue parcialmente inducida por la falta de sueño”.

El representante John Ragan, republicano del área de Knoxville, indicó que casi todos los comentarios que escuchó sobre el proyecto de ley provenían de Nashville.

“Ve a tu consejo escolar y diles que cambien la norma, que cambien la ley, que cambien su horario de inicio”, dijo. “Pero, ¿obligar [al resto del estado] a hacerlo por culpa de un consejo escolar que no quiere escuchar a sus padres?”.

Los líderes legislativos escucharon sobre el proyecto en una audiencia, pero no se convirtió en ley.

Ante esta situación, Nashville, una ciudad que a menudo se autodenomina el Silicon Valley de la industria de salud, tendrá que buscar su propio camino. Y O’Connell ha puesto manos a la obra.

El alcalde tiene cierto poder sobre el presupuesto escolar, lo que le permite influenciar la política educativa. Pero es al Consejo Escolar al que le corresponde decidir los horarios.

“Un horario con un inicio temprano, sobre todo para los adolescentes, es problemático”, dijo el alcalde. “También sabemos que hacer un cambio —incluso de 30 minutos— requiere de muchos ajustes logísticos”.

Una de las principales preocupaciones ha sido el transporte escolar. Incluso en épocas normales, los distritos utilizan los mismos autobuses y conductores para alumnos de todas las edades. Para ello escalonan los horarios, de tal manera que los alumnos de secundaria sean los primeros en entrar y salir.

La razón es que al ser mayores, pueden estar solos en la oscuridad en una parada de autobús más fácilmente que los niños más pequeños, y también les permite llegar a casa primero para ayudar a cuidar de sus hermanos menores después de la escuela.

Si las secundarias empezaran a la misma hora que las escuelas intermedias y las primarias, eso probablemente aumentaría la presión sobre el transporte. O’Connell dijo que el hecho de que el transporte público sea limitado en Nashville agrava el problema.

“Es uno de los mayores problemas que hay que resolver”, señaló.

Hace varios años, Collierville, un distrito de los suburbios de Memphis, puso en marcha un estudio sobre el horario de inicio de las clases. Este distrito tiene muchos menos alumnos: 9,000, frente a los más de 86,000 de Nashville.

Los funcionarios de Collierville estimaron en el estudio que los costos de transporte en autobús asociados con el retraso de la hora de inicio de clases podrían ascender a $1.4 millones anuales. En esos cálculos se contaba que el distrito necesitaría más conductores, más combustible y mantenimiento, más almacenes y personal de apoyo, como despachadores y mecánicos.

A pesar de ello, el distrito retrasó la hora de inicio de la escuela secundaria en 2018.

O’Connell dijo que una de las preocupaciones que ha escuchado de los padres es financiera, en el sentido de que necesitan que una vez que sus hijos acaban la jornada escolar, les ayuden en sus negocios familiares o generando ingresos para la familia yendo a trabajar.

La National sleep Foundation, una organización sin fines de lucro que aboga por retrasar la hora del inicio de clases, realizó una encuesta en 2022 entre padres, profesores y otros adultos, que halló que solo un tercio de los padres que respondieron querían que se retrasara el horario. Los adultos en su conjunto y los profesores respondieron de forma ligeramente más favorable, pero menos del 40% de cada grupo apoyaba retrasar la jornada.

Un artículo de la National education Association de 2022 concluyó que muchos padres que se oponen a retrasar la hora de entrada a la escuela no lo hacen por necesariamente tener dudas sobre las razones científicas detrás de la medida, sino que les preocupa cómo afectará a la planificación diaria de su familia.

Wahlstrom, la investigadora en educación, teme que los padres subestimen la importancia del sueño en el desarrollo del cerebro y el rendimiento académico.

“A veces, tanto los padres como los adolescentes piensan que pueden recuperar el sueño durante el fin de semana. Es una suposición totalmente falsa”, resaltó Wahlstrom, quien comparó el dormir con alimentar el cerebro. “Es como decir: ‘Ok, vamos a privarnos de una alimentación adecuada tres días a la semana, pero luego vamos a atiborrarnos de comida el fin de semana’. Eso no es sano”.

Asimismo, explicó que la falta de sueño puede impedir el éxito escolar: el cerebro almacena la memoria a largo plazo durante el sueño profundo, por lo que perder ese descanso significa retener menos material.

Pero lo más importante es que el sueño ayuda a los adolescentes a mejorar su salud mental. El Cirujano General de EE.UU., Vivek Murthy, ha dado la voz de alarma acerca del estado de la salud mental de los jóvenes, al señalar que un tercio de los adolescentes en general y la mitad de las adolescentes han manifestado tener sentimientos persistentes de desánimo.

Y Wahlstrom dijo que la privación de sueño en la adolescencia conduce a una peor salud mental y un peor comportamiento, lo que puede afectar a toda la familia.

Con su equipo llevaron a cabo un estudio financiado por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) sobre los efectos de retrasar la hora de inicio en estudiantes de noveno a duodécimo grado. Entre 2010 y 2013, realizaron una encuesta a 9,000 estudiantes en ocho escuelas secundarias en Minnesota, Colorado y Wyoming en la que descubrieron que los estudiantes que dormían al menos ocho horas, eran menos propensos a reportar síntomas de depresión.

“Sabemos que hay un mayor consumo de drogas, cigarrillos y alcohol cuando un adolescente duerme menos de ocho horas”, indicó. “También sabemos que existe una relación significativa entre la depresión adolescente y un período de sueño inferior a ocho horas”.

Más del 92% de los padres encuestados en un distrito escolar de Minnesota, como parte de un estudio anterior de la investigadora, respondieron que se hizo más fácil la convivencia con su hijo adolescente una vez entró en vigencia el retraso en el comienzo de clases.

“Muchos padres me han dicho de forma anecdótica que su hijo es diferente. Pueden hablar con ellos en el desayuno. Hablan más en el auto. No tienen episodios de mal humor”, explicó. “Los padres dicen que es extraordinario que esto les haya cambiado tanto la vida a sus hijos y a la dinámica familiar”.

Esta historia fue producida por KFF Health News, conocido antes como Kaiser Health News (KHN), una redacción nacional que produce periodismo en profundidad sobre temas de salud y es uno de los principales programas operativos de KFF, la fuente independiente de investigación de políticas de salud, encuestas y periodismo.