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Asking Never Hurts

El largo y sinuoso camino para conseguir atención de salud mental infantil

(iStock / Getty Images Plus)

Durante varios meses, en la pasada primavera y verano, Caroline, mi hija adolescente, experimentó episodios de depresión y debilitantes ataques de pánico casi a diario. Durante esos momentos, estaba muy agitada, sollozando sin control y rechazando agresivamente mis intentos de consolarla o razonar con ella.

Mi hija estaba en un lugar oscuro, y yo estaba muy preocupado.

Pero tengo un excelente seguro de salud y pensé que eso me ayudaría a encontrar un buen terapeuta.

Llamé a todos los especialistas en la lista de mi plan de salud. Algunos de ellos incluso me devolvieron la llamada, solo para decir que no estaban tomando pacientes nuevos, o que no podían ver a Caroline en los siguientes tres meses, o que no tenían la capacitación para ayudarla con sus síntomas.

Finalmente, encontré un gran terapeuta que no está en la red de mi plan de salud, y después de varios meses de sesiones semanales, a Caroline le está yendo mucho mejor.

Tengo más suerte que la mayoría de los padres, porque mi plan cubre una parte importante de la terapia fuera de la red de Caroline. Solo pago $45 por sesión, mientras que algunos padres pagan más de $200 cada semana.

Piensa en lo perverso que es esto. Los profesionales de salud mental dicen que, especialmente con los niños, la intervención temprana es crucial para evitar problemas más graves y costosos más adelante. Sin embargo, incluso los padres con un buen seguro luchan por encontrar atención para sus hijos.

Los Estados Unidos se enfrentan a una creciente escasez de profesionales de salud mental capacitados para trabajar con jóvenes, en un momento en que la depresión y la ansiedad están en aumento. El suicidio fue la segunda causa de muerte en niños y adultos jóvenes de 10 a 24 años en 2017, después de los accidentes.

De acuerdo con los datos de la Academia Americana de Psiquiatría Infantil y de Adolescentes, en el país solo hay un psiquiatra infantil y adolescente por cada 1,800 niños que lo necesitan.

No solo es difícil obtener citas con psiquiatras y terapeutas, sino que los que están disponibles a menudo no aceptan seguro.

“Este país actualmente carece de la capacidad para brindar el apoyo de salud mental que necesitan los jóvenes”, dice el doctor Steven Adelsheim, director del Centro de Salud Mental y Bienestar Juvenil del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Stanford.

Alison Bloeser, una mamá de Seal Beach, California, ha luchado durante casi una década para encontrar una atención eficaz para el trastorno obsesivo-compulsivo y el trastorno por déficit de atención con hiperactividad, conocido como ADHD, de su hijo de 15 años. Bloeser dijo que desde entonces lo ha llevado a más de 20 terapeutas, a la vez que recibía medicación: en ese periplo gastó más de $20,000.

“Tenemos un número creciente de jóvenes en este país que piden ayuda a temprana edad”, dice Bloeser. “¿Por qué no confrontamos eso con toda la fuerza?”

No existe una solución única para todos porque las situaciones personales y financieras de las personas varían ampliamente.

Así que permítanme comenzar con consejos para todos los padres, incluso aquellos con seguro escaso o sin seguro. Un buen lugar para comenzar es el consultorio del pediatra, ya sea una consulta privada, o en una clínica comunitaria de bajo costo.

“Cuando los hijos llegan a la adolescencia, deberían pedirles a sus pediatras que evalúen la ansiedad y la depresión”, aconseja la doctora Bhavana Arora, directora médica de la Red de Salud del Hospital Infantil de Los Ángeles. Un número de pediatras en su programa se sienten cada vez más cómodos al tratar problemas de salud mental leves a moderados en sus consultorios, dice Arora.

Si tus finanzas son restringidas, visita una clínica de salud comunitaria que ofrezca servicios de salud mental, independientemente de la capacidad de pago de la familia.

Por ejemplo, AltaMed (www.altamed.org), con sede en Los Ángeles, tiene 12 clínicas en los condados de Los Angeles y Orange, en donde los niños y adolescentes con trastornos de salud mental leves a moderados pueden recibir terapia de corto plazo. Medi-Cal se hace cargo de la mayoría de esos niños. Para los niños que no están en Medi-Cal, las clínicas cobran en base a una escala móvil.

Una forma de encontrar una clínica comunitaria cerca de ti es buscar en el sitio https://findahealthcenter.hrsa.gov/.

La escuela de tu hijo es otro lugar para buscar ayuda.

La secundaria de Caroline tiene un consejero de salud mental al que visita cuando está ansiosa o triste. Siempre se siente mejor después de esa consulta. Si la escuela de tu hijo no tiene un consejero de salud mental, es probable que las enfermeras y los consejeros escolares conozcan opciones fuera de la escuela. Habla con ellos.

Las organizaciones basadas en la fe están cada vez más comprometidas con el cuidado de la salud mental. La iglesia de Saddleback, con numerosos sitios en el sur de California, ofrece grupos de apoyo y asesoramiento. Las agencias de servicios familiares judíos de todo el país brindan asesoramiento en una escala variable. Los musulmanes pueden probar el Khalil Center, que tiene sucursales en Chicago, Los Angeles, el Área de la Bahía de San Francisco, Nueva York y Toronto.

Si, como yo, tienes un seguro y encuentras un buen terapeuta que no está en su red, intenta que funcione, si es que puedes permitírtelo.

Comienza por verificar si tienes cobertura para proveedores fuera de la red. Si no, o si no es suficiente, pregunta si tu plan de salud está dispuesto a tratar al terapeuta como un proveedor de la red solo para tu hijo, un pacto conocido como “acuerdo de un solo caso” (single-case agreement).

El terapeuta probablemente tendrá que aceptar un pago más bajo.

Para muchos padres, lo más productivo es conocer a otros que estén experimentando problemas similares.

“Grupos de apoyo en donde encontrar a otros padres que están pasando por lo mismo es una buena plataforma para empezar”, dice Debra Ann Afarian, coordinadora del capítulo del condado de Orange, California, de Niños y Adultos con Déficit de Atención/Trastorno de Hiperactividad.

Si necesitas ayuda y apoyo de pares, consulta con la Alianza Nacional de Enfermedades Mentales. Ofrece un curso de seis semanas, “NAMI Basics”, que educa a los padres y los pone en contacto con otros que estén pasando por lo mismo. Visita www.nami.org para encontrar el capítulo en tu área.

Janis Thereault, de Santa Ana, California, cuyo hijo adulto vive en casa y tiene un trastorno obsesivo-compulsivo, buscó en el sitio web de la International OCD Foundation (www.iocdf.org), que tiene afiliadas en todo el país, y encontró terapeutas locales especializados en la enfermedad. La orientaron hacia un grupo de apoyo.

Después que su hijo rechazó la terapia durante meses, Thereault y su esposo, Brian, siguieron el consejo de uno de los terapeutas: Le dijeron a su hijo que, si él no estaba de acuerdo con la consejería, lo expulsarían de la casa. Los miembros del grupo de apoyo, algunos de los cuales habían tomado decisiones similares, les ofrecieron un oído comprensivo.

“No es algo fácil para nosotros como padres”, dice Thereault.

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