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Las voces olvidadas en el debate de salud: 8 mujeres cuentan sus historias

Las mujeres, en particular, tienen mucho en juego en la lucha por el futuro de la atención de salud.

No sólo muchas dependen de sus seguros para el cuidado materno-infantil y la anticoncepción, sino que suelen padecer con más frecuencia enfermedades autoinmunes, osteoporosis, cáncer de seno y depresión. Es más probable que sean pobres y dependan del Medicaid, y que vivan más tiempo y dependan del Medicare. Y generalmente recae en ellas planear la atención médica y la cobertura para toda la familia.

Sin embargo, en los últimos meses, mientras líderes de Washington discutían el futuro de la atención médica en el país, no siempre se permitió a las mujeres entrar en la sala. Para preparar (a puertas cerradas) la versión inicial del proyecto de ley del Senado para reemplazar al Obamacare, el líder de la mayoría republicana, Mitch McConnell, convocó a 12 colegas, todos hombres.

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Algunos miembros del Congreso dejaron claro que temas como el parto no son una preocupación masculina. ¿Por qué, dos representantes del Partido Republicano se preguntaron en voz alta durante el debate de la Cámara esta primavera, si los hombres deberían pagar por cobertura materna o prenatal?

Muchos de los programas para las mujeres todavía están en peligro, especialmente el Medicaid, que paga por la mitad de los nacimientos en el país. Fondos para programas que buscan prevenir el embarazo adolescente ya han sido cercenados y, apoyados por el presidente Donal Trump, muchos estados ya pueden limitar los fondos para programas que apoyen el aborto.

A medida que el debate sobre el cuidado de la salud continúa, las mujeres de ambos partidos políticos pueden finalmente tener una voz más potente. Pero la “salud de las mujeres” puede significar cosas muy distintas. A una joven de 20 años puede preocuparle más cómo obtener anticoncepción gratis, mientras que una de 30 puede interesarle más el tema de la cobertura de maternidad. Las mujeres de 50 podrían estar ansiosas por el acceso a las mamografías, y aquellas de 60 por el temor de no poder pagar un seguro antes de que puedan inscribirse en el Medicare al cumplir 65.

Casi 45 años después de Roe vs Wade, la nación sigue en guerra por el aborto, y las mujeres están a ambos lados de esa batalla. Más de un tercio dice que debería ser ilegal en la mayoría de los casos, o en todos.

Las siguientes, son algunas de estas voces.

Patricia Loftman, 68

New York City, New York

Loftman trabajó 30 años como enfermera-partera certificada en el Harlem Hospital Center y recuerda haber tratado a mujeres que llegaban después de haberse hecho un aborto.

Algunas no sobrevivían.

“Fue un mal momento”, dijo Loftman. “Las mujeres no deberían tener que morir simplemente porque no quieren tener un hijo”.

Cuando la Corte Suprema dictaminó que la decisión de tener un aborto era un derecho constitucional de las mujeres, Loftman recuerda haberse sentido aliviada. Ahora está enojada y asustada ante la perspectiva de controles más estrictos. “Simplemente no puedo imaginar volver a aquella época”, dijo.

Madre y abuela, Loftman también recuerda claramente cuando se aprobó la píldora anticonceptiva en los años sesenta. Ella estaba en la escuela de enfermería en el norte de Nueva York y se sintió feliz de tener otra opción, más conveniente, como método anticonceptivo. Para entonces las mujeres estaban ganando más independencia, y la píldora “agregó esa sensación de mayor libertad y poder de decisión”.

Para ella, el ataque de los conservadores a Planned Parenthood, que ya ha cerrado muchas clínicas en varios estados, es frustrante porque la organización también proporciona atención primaria y de salud reproductiva a muchas mujeres pobres que no podrían conseguirla de otra manera.

Ahora retirada, Loftman es miembro de la Junta del American College of Nurse-Midwives, y aboga por una mejor atención para las mujeres de las minorías. “Sigue habiendo una dramática disparidad racial y étnica en el resultado del embarazo, y en la salud de las mujeres afroamericanas y las mujeres de color”, dijo.

Terrisa Bukovinac, 36

San Francisco, California

Bukovinac se define a sí misma como una apasionada pro-vida. Como presidenta del Pro-Life Future de San Francisco, participa en marchas y protestas para demostrar su oposición al aborto.

“Nuestro objetivo preliminar es quitarle fondos a Planned Parenthood”, dijo. “Eso es crucial para nuestra misión”.

Aunque la organización se anuncia como un lugar donde la gente obtiene atención primaria y anticoncepción, “el aborto es su principal modelo de negocio”, dijo Bukovinac.

Agregó que la gran mayoría de los abortos no son justificados, y que apoya el derecho de una mujer a un aborto sólo en casos que amenazan su vida. “Nos oponemos a lo que consideramos abortos por elección”, dijo.

Bukovinac dijo que también trata de ayudar a mujeres en crisis a obtener asistencia financiera para que no interrumpan sus embarazos sólo porque no pueden permitirse el lujo de tener un bebé. Ella apoya el acceso de las mujeres al seguro de salud y a la atención médica, que son costosas para muchas. “Por supuesto cuantas más personas tienen cobertura, mejor es” para la madre y el bebé.

Bukovinac, sin embargo, no tiene seguro porque dijo que las primas cuestan más de lo que normalmente pagaría por la atención. Empleada autónoma en el área de comercio electrónico, Bukovinac tiene un trastorno que le causa vértigo y zumbido en el oído y gasta alrededor de $300 por mes en medicamentos para tratar eso y para la ansiedad.

Ella no sabe si la Ley del Cuidado de Salud Asequible (ACA) es la culpable, pero dijo que antes de la ley “era capaz de pagar el seguro de salud y ahora no”.

Irma Castaneda, 49 

Huntington Beach, California

Castaneda es una sobreviviente de cáncer de seno. Ha estado en remisión durante varios años, pero aún ve a su oncólogo anualmente y se somete a mamografías, ultrasonidos y análisis de sangre.

Madre de tres hijos y asistente de un profesor de educación especial, Castaneda está preocupada que los republicanos puedan hacer que el seguro sea más caro para personas como ella, con condiciones preexistentes. “Podrían hacer que nuestras primas fueran muy altas”, dijo. “Yo no pedí tener cáncer”.

Antes, su familia compró un plan en Covered California, el mercado de seguros del Obamacare en el estado. Pero dijo que el plan tenía un deducible alto, por lo que tenía que pagar mucho dinero de su bolsillo antes que el seguro comenzara a hacerse cargo de las cuentas. “Sentía que estaba pagando muchísimo por un plan malo”.

Entonces, hace aproximadamente un año, el esposo de Castaneda se lesionó en el trabajo y los ingresos de la familia se redujeron a la mitad. Ahora dependen del Medicaid, el programa federal con base en los estados para personas de bajos ingresos. Por lo menos ahora tienen menos gastos de bolsillo en atención médica.

Cualquiera que sea la cobertura, dijo Castaneda, necesita atención de alta calidad. “Dios no permita que vuelva a enfermarme”, dijo. Contó que también es esencial para su hija adolescente, quien es transgénero y recibe cuidados especiales de salud física y mental.

“Ahora tiene mucha suerte porque hay cobertura para ella”, dijo Castaneda. “Con las cosas de Trump, ¿qué va a pasar?”.

Celene Wong, 39

Boston, Massachusetts

La decisión que tuvo que tomar fue una agonía para Wong. A los pocos meses de embarazo, ella y su marido se enteraron de que su feto tenía anomalías cromosómicas. El bebé habría tenido graves necesidades especiales, dijo.

“Siempre dijimos que no podíamos manejar eso”, dijo Wong. “Tuvimos que tomar una decisión difícil, y no es una decisión que la mayoría de la gente tiene que enfrentar”.

La pareja terminó el embarazo en enero de 2016, cuando Wong tenía alrededor de 18 semanas de gestación. “Al final del día, los únicos que íbamos a estar éramos mi esposo, el bebé y yo”, dijo. “Hicimos nuestra investigación. Sabíamos en qué nos estaríamos metiendo”.

Wong, quien trabaja en un hospital local abogando por los pacientes, dijo que tiene la suerte de haber sido capaz de tomar la decisión que era adecuada para su familia.

“Si la ley [del aborto] cambia, ¿qué va a pasar con la próxima generación?”, expresó.

Lorin Ditzler, 33

Des Moines, Iowa

Ditzler se siente frustrada porque su plan de salud puede ser un factor decisivo en su planificación familiar. Abandonó su trabajo el año pasado para cuidar de su hijo de 2 años y pudo incorporarse a la cobertura de su esposo, que no cubre la atención de maternidad.

“A mí me parece muy obvio que nuestro sistema no está configurado para apoyar el dar a luz y criar a niños muy pequeños”, opinó.

Si bien los beneficios de maternidad son mandatorios bajo la Ley de Cuidado de Salud Asequible (ACA), el plan de su esposo es un plan llamado “grandfather”, es decir que sigue rigiéndose por las viejas reglas, un tipo de plan frecuente entre los empleadores que ofrecen cobertura. Cubrir la atención de maternidad podría dejar de ser algo común si los republicanos en el Congreso promulgan una legislación que permita a los estados dejar de definir a la cobertura de maternidad como un “beneficio esencial”.

Ditzler buscó cambiar a un plan del Obamacare en el mercado de seguros, pero las tarifas eran mucho más altas.

Si volviera a trabajar, podría obtener un mejor plan que cubra el cuidado materno. Pero para ella eso tiene poco sentido. “Yo volvería a un trabajo de tiempo completo para poder tener un segundo hijo, pero si lo hago, será menos atractivo y menos factible tener un segundo hijo porque estaría trabajando a tiempo completo”.

Ashley Bennett, 34

Spartanburg, Carolina del Sur

Bennett, quien es cristiana devota, está agradecida de que ella fue capaz de planificar su familia de la manera que ella quería, con la ayuda del control de la natalidad. Tuvo a su hija a los 22 años y a su hijo dos años después.

“Me sentí libre de hacer esa elección, que es una cosa impresionante”, dijo. Ella le aconsejó a su hija de 12 años que esperara para tener sexo hasta el matrimonio, pero también ha estado abierta con ella sobre el control de la natalidad en el contexto del matrimonio.

Pero sí pone un límite al hablar del aborto. “Siento que estamos jugando a Dios. Si esa concepción ocurre, entonces siento que estaba destinado a nacer”.

Bennett tenía temores acerca de Trump, pero votó por él porque era el candidato contra el aborto. “Ese fue el factor decisivo para mí, [más que] él gritando sobre cómo va a construir un muro”.

Agregó que la oposición al aborto debe ser acompañada con el apoyo a los bebés una vez que nacen, algo que, piensa, no todos los cristianos enfatizan lo suficiente. Ella apoya la adopción y está planeando convertirse en una mamá adoptiva.

También le preocupa el bienestar mental y físico de las mujeres jóvenes. Bennett enseña matemática en séptimo grado y entrena a los equipos de porristas y danza de la escuela.

Ella observa a las niñas tomarse docenas de fotos de sí mismas hasta obtener la imagen perfecta, y a continuación, agregar filtros para aparecer con maquillaje o más flacas.

“Va a haber consecuencias que ni siquiera hemos pensado”, dijo. “Me preocupa que vamos a tener más y más niños sufriendo de depresión, trastornos de la alimentación e incluso cometiendo suicidio debido a los efectos de las redes sociales”.

Maya Guillén, 24 

El Paso, Texas

Cuando Guillén estaba creciendo, su familia estuvo sin seguro médico por años. Cruzaban la frontera para ir a Ciudad Juárez, en México, en donde tenían sus citas médicas, veían al dentista y al oftalmólogo. “Recuerdo que me sentía segura, porque era tan barato”.

Ahora Guillén está en el plan de salud de sus padres, bajo una provisión de la Ley de Cuidado de Salud Asequible (ACA) que permite a los hijos permanecer bajo la cobertura de sus padres hasta que cumplan 26 años. Ella se ha sentido desalentada por los cambios propuestos por los republicanos sobre anticoncepción y aborto.

En la escuela secundaria, la única educación sexual que recibió fue practicar la abstinencia. Vio a sus amigas embarazarse antes de graduarse.

Cuando llegó el momento de considerar el sexo, pensó que sería capaz de contar con Planned Parenthood, pero la clínica en El Paso ha cerrado, al igual que otras 20 clínicas de salud para mujeres en Texas. Le preocupa que, si los republicanos le quitan fondos a Planned Parenthood, más jóvenes, especialmente aquellas en comunidades predominantemente hispanas como la suya, no tendrán acceso a anticonceptivos ni recibirán educación sobre ellos.

Guillén también está consternada por la forma en que Trump habla sobre las mujeres, particularmente por las grabaciones de “Access Hollywood” que salieron a la luz en octubre pasado.

“Siento que los hombres ahora podrían hacerme cualquier cosa y deshacerse de mi cuerpo porque el presidente hizo esos comentarios, porque los perdona”.

Jaimie Kelton, 39

New York City

Cuando la esposa de Jaimie Kelton dio a luz a su bebé hace 3 años y medio, pensó que el país se estaba volviendo más abierto hacia los gays y las lesbianas.

“Ahora me doy cuenta de que somos la burbuja y que ellos son la mayoría y eso es realmente aterrador”, dijo Kelton, ahora embarazada de su segundo hijo.

Kelton dijo que parece que los republicanos han lanzado una guerra contra las mujeres en general, con los derechos reproductivos y el cuidado de la maternidad en riesgo.

“Es una locura pensar que la mayoría de las personas que hacen estas leyes son hombres”, dijo. “¿Por qué sienten la necesidad de quitarles los derechos de salud a las mujeres?”

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