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Minorías no reciben ayuda para enfrentar problemas de salud mental

Los californianos de raza negra son más propensos a experimentar problemas de salud mental; sin embargo, no suelen recibir la atención que necesitan, indica un nuevo análisis.

El estudio, realizado por Rand Corp., con sede en Santa Mónica, revela una conexión entre los problemas de salud mental no tratados y las ausencias múltiples al trabajo, que derivan en pérdida de salario e incluso del empleo, y generan una crisis económica. Esta dinámica afecta desproporcionadamente a las comunidades de color.

“Esto podría tener importantes repercusiones, ya que afecta la capacidad de los californianos de raza negra de permanecer empleados si enfrentan un trastorno mental”, dijo Nicole Eberhart, autora principal del estudio.

Eberhart dijo que le sorprendió que los problemas de salud mental estuvieran causando que el 12% de las personas de raza negra en California perdiera cuatro o más días de trabajo por año. Esto comparado con el 6.1% de los asiáticos, el 7.9% de los blancos no hispanos, y el 9.4% de los latinos, que pueden ser de cualquier raza.

El informe también destaca que las personas de raza negra son tres veces más propensas que los asiáticos y casi dos veces más que los blancos no hispanos a sufrir una grave angustia psicológica. También que los latinos, aunque por un margen menor.

El estudio señala disparidades basadas en género: las mujeres son más propensas que los hombres a prescindir de los servicios de salud mental y, como resultado, es más probable que pierdan varios días de trabajo, poniendo en riesgo la fuente de ingresos.

Este es un desafío particular para las mujeres afroamericanas, dijo Janette Robinson Flint, directora ejecutiva de Black Women for Wellness, una organización sin fines de lucro con sede en Los Ángeles que ayuda a mujeres y niñas a encontrar servicios de salud asequibles.

“Creo que hay una gran cantidad de estigma, de culpa y vergüenza en torno a la salud mental, y, además, las mujeres están lidiando con el requisito de ser resistentes, como la mujer maravilla”, dijo Robinson Flint. “Entierran el problema y van a trabajar para pagar sus cuentas, para ganar dinero y poder seguir adelante. Debido a esa necesidad de ser resistentes, por la vergüenza y la culpa, tienen ataques de ansiedad y ataques al corazón”.

Robinson Flint señaló que la discriminación, junto con las consecuencias directas o indirectas de los delitos violentos, también llevan a la depresión, la ansiedad y el estrés psicológico elevado, especialmente en la comunidad negra.

La muerte reciente de Hannah Bell, de 15 años, mientras hacía fila con su madre en un puesto de hamburguesas en el sur de Los Ángeles, probablemente provocará un trauma mental para la familia, la comunidad y otros niñas de la misma edad, explicó Robinson Flint.

“Podría haber sido cualquiera”, dijo. “La gente luego toma esa ansiedad, la sepulta y se va trabajar. Pero no está lista para realizar sus tareas”.

El panorama del seguro de salud también puede ser desalentador para quienes buscan servicios de salud mental, dijo Robinson Flint.

El miedo a la deportación que pesa sobre la comunidad inmigrante es uno de los factores por el que muchos latinos son reacios a buscar los servicios de salud mental que necesitan, explicó Steven Lopez, profesor de psicología y trabajo social en la Universidad del Sur de California (USC).

El estudio de Rand descubrió que los latinos tenían menos probabilidades que los blancos no hispanos y los asiáticos de obtener los servicios de salud mental que necesitaban y, como resultado, estaban en mayor riesgo de perder sus trabajos.

López y un equipo de USC lanzaron una campaña de concientización en el condado de Los Ángeles en 2015 llamada La Clave, cuyo objetivo es ayudar a las familias latinas a reconocer los signos de psicosis y buscar atención antes que se desate una crisis. Desde entonces, el programa ha atendido a unas 45 familias. Pero López dijo que muchas otras todavía esperan demasiado para pedir ayuda.

“Una historia que escuchamos con frecuencia es que las familias no reconocen que el hijo o hija padece una enfermedad”, dijo López. “Cuando no piensas en la salud mental, no piensas en los servicios”.

Para el estudio de Rand, Eberhart y su equipo de investigadores utilizaron datos de la Encuesta de Entrevistas de Salud de California, que continuamente realiza entrevistas en hogares del estado. Los datos se recolectaron a través de encuestas telefónicas, con llamadas a teléfonos de línea, de junio de 2011 a enero de 2013, en 56 áreas geográficas.

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