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Por qué activistas no quieren que una gran conferencia de SIDA se realice en el país

(Alex Zyuzikov/Moment via Getty Images)

Cuando George Ayala se enteró que San Francisco y Oakland habían sido elegidas como sedes de la Conferencia Internacional de SIDA en 2020, publicó de inmediato una declaración desaprobándolo.

Ayala es un activista del SIDA que vive en Oakland y no quiere que este encuentro se celebre en su propia ciudad… ni en ningún otro lugar de los Estados Unidos.

Cientos de organizaciones e individuos vinculados a la investigación y activismo del SIDA han firmado la declaración de Ayala y otra, aquí y en otras partes del mundo.

Su mayor preocupación es que la política de visas de los Estados Unidos impedirá que muchas de las personas más afectadas por el VIH/SIDA asistan a la conferencia, incluyendo a los usuarios de drogas y a las trabajadoras sexuales que viven en otros países. También les preocupan las nuevas restricciones que afectan a los viajes desde algunos países musulmanes.

George Ayala (Crédito: Nadia Rafif)

“En estos tiempos, me pregunto por qué apoyamos estas grandes conferencias internacionales sobre el SIDA en lugares donde se prohíbe la presencia de las personas”, dijo Ayala, director ejecutivo del Global Forum on MSM (hombres que tienen sexo con hombres) y VIH.

El VIH/SIDA es más prevalente en otros países, especialmente los del África subsahariana, que en los Estados Unidos. Casi el 19% de las personas de 15 a 49 años en Sudáfrica están infectadas con el VIH, y llega a más del 20% en algunos países vecinos.

En los Estados Unidos, la prevalencia entre el mismo grupo demográfico oscila alrededor de la mitad del 1 por ciento, aunque eso enmascara algunas disparidades. El año pasado, los Centros para el Control y  Prevención de Enfermedades (CDC) proyectaron que uno de cada 2 hombres de raza negra en los Estados Unidos que tienen relaciones sexuales con hombres corría el riesgo de contraer el VIH. A nivel mundial, casi 37 millones de personas viven con el virus.

Ayala y otros críticos de la elección del Área de la Bahía de San Francisco cuestionan además el gasto y la frecuencia de un evento bienal que, según dicen, es enormemente costoso y, a menudo, excluye a las personas que pretende representar.

Los organizadores de la conferencia y quienes apoyan la decisión dicen que comprenden estas preocupaciones.

“Las restricciones de viaje a los Estados Unidos siguen siendo una preocupación importante para nosotros”, dijo Mandy Sugrue, vocera de la International AIDS Society que organiza la conferencia.

Sin embargo, Sugrue y quienes defienden la celebración de la conferencia en el área San Francisco-Oakland argumentan que el Área de la Bahía, por su tendencia política liberal, ofrece una plataforma perfecta para reprender las políticas de inmigración excluyentes de la administración Trump y lo que se ha interpretado como su rendición del liderazgo en la política del SIDA.

En diciembre, la administración despidió a los miembros que quedaban del Consejo Asesor Presidencial sobre VIH/SIDA, medio año después que seis miembros renunciaran en señal de protesta. Funcionarios del gobierno de Donald Trump han propuesto recortar el gasto nacional para VIH/SIDA en más de $100 millones y reducir la contribución de los Estados Unidos al financiamiento global en más de mil millones.

“Si hay algún lugar en los Estados Unidos donde las personas pueden venir y protestar, levantarse y hacer oír sus voces… ese lugar es Oakland”, dijo Cynthia Carey-Grant, directora ejecutiva del grupo Women Organized to Respond to Life-Threatening Disease, con sede en Oakland. Ella escribió una declaración en apoyo de la celebración de la conferencia que ha sido firmada por casi una docena de personas y grupos.

Carey-Grant cree que el contraste entre el San Francisco exclusivo y predominantemente blanco y su vecino más pobre, al otro lado de la bahía, ofrece una ventana a las disparidades que plagan el tratamiento y financiación del SIDA en todo el mundo, en detrimento de las comunidades de color de bajos ingresos.

Sofia Tobar (Cortesía de Sofia Tobar)

Sofía Tobar, una mujer transgénero de 50 años de Oakland, quien fue diagnosticada con VIH en 1998, dijo que la conferencia es una oportunidad “para que la diversidad de seres humanos de Oakland acoja a personas de otros países… y también para que se resalte lo que nos falta”. Tobar dijo estar especialmente interesada en hablar en contra de los recortes federales a los servicios de VIH y de la violencia contra la comunidad transgénero.

Otros dicen que lo que les mueve es honrar la larga historia de San Francisco en la lucha contra el SIDA.

Joe Hollendoner, CEO de San Francisco AIDS Foundation, señaló que los organizadores de la conferencia han asegurado el uso gratuito del Centro Moscone, el lugar central de la conferencia. Utilizarán el dinero ahorrado para ayudar a que más personas puedan asistir, dijo. Su fundación, junto con la Asociación de Viajes de San Francisco, lideró el comité que presentó la candidatura para celebrar la conferencia.

Los organizadores de la Conferencia Internacional de SIDA suelen tratar de alternar las sedes entre países ricos y países en vías de desarrollo. La conferencia se celebró por última vez en los Estados Unidos en 2012 en Washington, D.C. En 2014, fue en Melbourne, Australia, y en 2016, en Durban, Sudáfrica. Este año, la conferencia será en Amsterdam, Holanda.

Los organizadores aseguraron que se comunicaron con varios países en vías de desarrollo para organizar la conferencia de 2020, pero ninguno presentó una candidatura. Se espera que unas 20,000 personas, tal vez más, asistan a la conferencia, y muchas ciudades no pueden acomodar una reunión tan grande, indicaron. Sugrue, portavoz de la Sociedad Internacional de SIDA, dijo que no están considerando cambiar de lugar. Y expresó que la ubicación de los principales donantes de la conferencia no fue un factor a la hora de decidir la sede de 2020.

Gilead Sciences Inc., que se encuentra a 20 millas de San Francisco y es el fabricante de Truvada, un medicamento para prevenir el VIH, también es uno de los principales patrocinadores de la conferencia de este año, como lo fue en 2016. Otros grandes donantes de la industria no están ubicados en el Área de la Bahía, incluyendo a Johnson & Johnson, Merck y ViiV Healthcare, que se especializa en medicamentos contra el VIH. Los fondos para la conferencia de 2020 aún no han sido confirmados, dijo Sugrue.

Naina Khanna, directora ejecutiva de Positive Women’s Network, con sede en Oakland, dijo que el hecho de que ningún país en desarrollo presentara su candidatura no es suficiente para calmar su preocupación por las personas que probablemente serán excluidas. Khanna ayudó a redactar otra declaración exigiendo que la conferencia sea reubicada fuera de los Estados Unidos. Más de 100 organizaciones y casi el mismo número de personas han firmado la declaración.

“¿Dónde está nuestro compromiso para llevar a cabo la conferencia donde podamos impactar al mayor número de personas posible?”, preguntó Ruth Morgan Thomas, coordinadora de la Global Network of Sex Work Projects, que incluye a 305 organizaciones que representan a trabajadoras sexuales en 85 países.

Antes de la conferencia de Washington, D.C., los Estados Unidos levantaron la prohibición de que las personas con VIH ingresaran al país, y muchos esperaban que también se pusiera fin a prohibiciones similares contra las trabajadoras sexuales y los consumidores de drogas. Pero no fue así, y las trabajadoras sexuales se vieron obligadas a organizar una conferencia paralela en Calcuta, India, dijo Morgan Thomas. Los usuarios de drogas convocaron la suya en Kiev, Rusia.

Khanna, de la Positive Women’s Network, dijo que el alto costo del alojamiento en el Área de la Bahía también hará que la conferencia sea inaccesible para mucha gente dentro mismo de los Estados Unidos, especialmente los afroamericanos de bajos ingresos en el Sur quienes están desproporcionadamente afectados por el virus.

Marsha Martin, directora de coordinación de la Red Global de Personas Negras que Trabajan en el VIH, dijo que habría sido feliz si Bangkok, Sudamérica o incluso Atlanta hubieran sido elegidas para organizar la conferencia. “Pero si los lugares no presentan sus candidaturas, no hay nada que hacer al respecto”, comentó. Así que está tratando la conferencia del Área de la Bahía como una oportunidad para lidiar con las grandes disparidades en la financiación del SIDA y que ayude a revitalizar los esfuerzos en los Estados Unidos para combatir la enfermedad.

“Si la llevamos [al Área de la Bahía] y la convertimos en la mejor conferencia posible, entonces ganamos”, dijo Martin. “Le mostramos al mundo que no nos damos por vencidos”.

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